f e l i z

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Jimin no paraba de reir.
Ese día había estado lleno de felicidad, risas, sonrisas y dulces besos.

La felicidad de Jimin se notaba pues YoonGi había accedido a que hiciera lo que el quisiera con el maquillaje, el menor no se pudo contener y comenzó a hacer formas raras con todas las pinturas de colores que tenía.

Payaso o sólo más cosas así. Hasta llegó a escribir en su frente y brazos con delineador cosas como "Jimin es mi bebé" "Te amo Jimin" "Yoonie x Minnie" Y muchas cosas más.

-Deja de reírte y has algo profesional Jiminnie.- susurró el mayor con un leve puchero en sus labios tratando de que el menor se detuviera y quitara los emojis que había dibujado en sus mejillas.

-Ya hyung~ no tienes sentido del humor. - sonrió en grande pero comenzó a hacer lo que tenía en mente.

Se acomodó mejor en el regazo de su novio y con sus pequeñas manitas limpió todo rastro de pintura de las delgadas mejillas pálidas. Luego de terminar tomó el delineador negro y formando un pequeño piquito de pato comenzó a maquillar lentamente, concentrándose lo más que pudo pero todo se arruino.

YoonGi no pudo resistir aquella imagen tan dulce que besó con rapidez los labios de su bebé pero la punta del delineador casi perforó su ojo logrando así que volara de la manito de Jimin por la reacción que tuvo, hasta su ojo comenzó a lagrimear.

El lindo Jimin se había enfadado con el porque habia arruinado todo, además que no solo fue el pinchazo si no que dejó una larga raya al costado de su ojo arruinando todo su trabajo. Por eso mismo YoonGi logró que dejara de estar enojado cuando comenzó a pintar las cortas uñitas de un color rosa pastel muy suave, casi transparente.  Realmente Jimin no pudo evitar sonreír pues sus uñas habían quedado perfectas por la delicadeza de su novio.

Al terminar los delgados labios se posaron en el dorso de aquella bonita mano, besándola completamente hasta llegar a su brazo y así hasta su cuello.

La verdad era que Jimin no le había dolido del todo como arruinó YoonGi su concentración pues si no fuera por ello sus regordetas manitas no estarían sobre los hombros del mayor, debajo de las sábanas enterrando sus pintadas uñitas en su espalda y luego riendo alegremente recostado sobre el desnudo pecho por su tonto enfado.

Y el pelinegro protegiendo aquellas manitas en las suyas mientras miraba enamorado aquella escena, y juraba que estaba realmente enamorado de Park Jimin, de todo su ser y de aquellas manitas que hacían magia.

                              
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manitas » yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora