Para Ella.

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Ella está esclavizada a sus pensamientos. No son precisamente los mejores. Cada vez que los tiene es un castigo mental, una ardua lucha entre la cordura y la culpabilidad.
Ella tiene algo a lo que se conoce como Toc.

El Toc ha estado en ella desde hace aproximadamente ocho años, !Vaya que es demasiado tiempo!
Ambos se conocen, sí, pero no son amigos.

Ella se aferra a la ilusión de un amor salvador, a que alguien venga y sienta lo mismo que ella puede brindar. Quiere ser amada verdadera, loca y profundamente. Ideales muy altos para su exótico mundo.

Cuando la conocí nunca supe que escondían sus ojos, aquellos ojos con esencia de café pasado. Su mirada era una mezcla entre tristeza y optimismo, llevaba la cabeza agachada y esta vez no iba acompañada.
Hubiese deseado poder hablarle, saber por qué parecía reprimirse cada vez que tenía la oportunidad. Mis amigos decían que era diferente y en cierto modo lo era.
Parecía querer tener la oportunidad de destacar, parecía querer ser ella misma, tiene un novio, un novio al que quiere por lo visto pero no sé si él tanto como ella lo hace.

Contemplarla cuando estaba en mi salón hacía que las horas no importaran, hacía que me sintiera atraído, no precisamente por su belleza sino por su rareza. Y es que estaba tan concentrada en sus pensamientos que parecía afligida, en su rostro se dibujaba una arruga justo en toda la parte de su ceño.
Por ratos volvía en sí y sonreía, aunque no sonreía para nadie.

Cuando la conocí quise saber más de ella y de su intrigante mente; quise meterme en su mundo pero, no lo conseguí.

Mithcie, cuando leas esto sabrás que un día estuve profundamente enamorado de tu ser, de cada parte de esa loca y excéntrica mente, de esos ojos que me atravezaban el alma cuando los veía llorar y de ese corazón que se aferraba a una utopía.
Esto no es un adios Mitch, porque yo siempre estaré contigo, en cada parte que vayas puede que me encuentres allí y tal vez ese día tenga el valor suficiente de entregarte esta carta.

Sinceramente tuyo,
-Bernard Lam.

Las cartas que nunca entreguéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora