Mi rosa roja

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Despues de escribir tanto en esa libreta, la de las pastas azules,me di cuenta de que estaba "perdiendo" mi tiempo.
Por qué mi madre había llegado, y arreglaba sus cosas.
Salí despacio del cuarto sosteniendo la puerta para que no crujiera y fui directo a la ventana que se encontraba del otro lado de la sala que conectaba con la cocina y ella estaba ahí.
Abrí la ventana tratando de que la fricción no se escuchará.
Y salí de esa casa...
Mi madre ya había empezado a gritar.
Mi hermana estaría bien yo sé que con unos audífonos y unas cobijas todo estaría bien

Yo necesitaba irme o no podría más.

Después de caminar durante mucho tiempo, y ver a los niños salir de las escuelas, riendo jugando y siendo tan felices.
Me preguntaba por qué no podía ser como ellos y poder vivir tranquilamente en un grupo de amigos.
Después de llevar rato caminando por calles que frecuentaba, observaba una florería y recordaba esos tiempos donde mamá no se había vuelto una depresiva y mi padre todavía la amaba, el le traía rosas, era lo que más amaba de su relación, ella las cortaba y acomodaba para siempre recordarlo a el, me contaba que ella aprendió a que cuando las rosas sentían la tristeza se quemaban y caían muertas más rápido.

Y luego te recorde, recordé a la única persona por la que iba a ese infierno, y quise comprarte una rosa.

Tal vez sea tonto o poco romántico (claro está que no sabría cómo tratarla) pero te la compré la arregle y la atraje tan cerca de mi como si fuera un tesoro.

Y seguí mi camino tenía tiempo antes de que mamá se durmiera y pudiera regresar a casa.

Asi que hice el tiempo más corto.

Fui a ese lugar a donde planeaba  lo que sería la decisión de mi vida.
Siempre al pasar por esas calles y llegar a la carretera el pensar en que lindo lugar acabaría con mi vida.
Ese puente en el que poco cruzaban los carros y dónde la maleza se adueñaba de la hermosa estructura.
Siempre que iba a ese puente me acercaba a la orilla y miraba abajo.

Sentía el viento en mi cara y quería que aumentará la rapidez, para sentir la caída.
Una caída que no me atrevía a llevar acabó

Me apoye en la barandilla y subí una pierna luego la otra tambaliandome mucho, y me senté en ese pequeño barandal donde mi piernas colgaban y mi cuerpo se sentía flojo.
Y sentí la flor en mi mano... Tal vez no era el momento de hacerlo pero se acercaba el tiempo.
Sabía lo que venía, la gente no se acercaba a ese lugar a menos que estuvieran borrachos o drogados.
O simplemente quisieran tener sexo o un faje repentino

Era un lugar hermoso, pero con malos ideales así como todo.

Cerré los ojos y movía los pies sintiéndolo cada vez más débiles, llenando mis pulmones de aire doloroso y una melancolía extrema al escuchar el viento tan el, tan perfecto, tan delicado.

Pasó el tiempo y la oscuridad se fue apoderando del cielo.

Mi flor estaba abriendose y no quería que se marchita tan rápido.
Baje de aquel barandal sin cuidado alguno, si moriría sería en ese instante en ese momento donde la luna solo presenciara mi caída.

Pero al parecer, no fue la ocasión. Caminaba por rumbo a el camino más largo.
Esperando a que mi madre se haya quedado ya dormida y pudiera tan solo entrar con la rosa sin daño alguno y ir a ese cuarto desordenado.

Abrí la ventana, que de cualquier modo si alguien quisiera abrirla para robar algo lo lograría... Pero eso no lo sabe mi madre yo protejo a mi hermana y lo haré siempre así que trabaje bastante en los tiempo de soledad donde mi madre parecía estar muerta y no consciente, en poder asegurar todo y solo yo conocer ciertas cosas por dónde irme.

La luz seguía ensendida.
El pánico entro en mi ser y deseaba que no fuera lo que creería.
Pocas veces mi madre tomaba y se emborrachaba.
Pero las veces que lo hacía perdía la cabeza se llenaba el aire de humo, de lágrimas y de música muy extraña y melancólica.

Era una de esas noches donde ella perdía la noción del tiempo y la tranquilidad de su ser

Y yo como su hija, tenía que dejar de lado todo y quedarme en silencio con mis puertas cerradas.
Y no, no hablo del todo de las puertas de mi cuarto

Si no esas puertas donde todos mis problemas se esconden.

Y solo sonreír

–llegaste, quien crees que soy, ¿una estúpida? Cómo puedes hacer lo que se te dé la puta gana.
Que parte de soy tu madre no entiendes, te pasas de lista, si te pasa algo ¿sabes que me van a hacer a mi? Deja de ser tan egoísta Juliet.
De verdad lárgate de mi vista y no vuelvas a acercarte a mi nunca más.

Y yo solo... Sonreí y camine.

Un golpe en mi mano hizo que mi corazón se acelerara.
Y la rosa cayera.
Desprendiéndose pétalos de ella.

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