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CAPÍTULO UNO | ¿JUGHEAD TE HACE SEÑAS POR TU VENTANA?
El sol de la madrugada ya estaba elevado y la hierba primaveral brillaba como si tuviese su propio resplandor suave desde dentro. El aire se sentía refrigerado, esa misma frialdad combinada con la humedad que siempre sentía Amelia cuando buscaba el azúcar demerara que usaría particularmente para su té Earl Grey. Aunque era lo suficientemente tarde para la luz brillante, era lo suficientemente temprano para que las calles estuvieran casi desiertas: perfección. Aparentemente 6:22 a.m. era la hora ideal en Riverdale.
Afortunadamente para Amelia, ella no era del tipo inseguro. Decir que estaba completamente segura de sí misma exageraría el tipo de persona que era, pero ella tenía confianza. Tanto es así que prepararse para la escuela fue muy fácil. Siguió la misma rutina que siempre tuvo; ella haría todas las cosas esenciales, se arreglaría correctamente, se lavaría los dientes, incluso se despertaría más temprano para ir al baño antes que cualquier otra persona en su casa.
Sin embargo, a estas alturas ya estaba lista con suficiente tiempo extra para completar cualquier recado en la escuela. Tenía el teléfono de su habitación pegado a la oreja mientras caminaba lentamente alrededor de su habitación, con las manos metidas en los bolsillos de su peto negro, y escuchaba cuidadosamente a Kevin en la otra línea, hablando de cómo se sentía acerca de comenzar la escuela hoy.
"Se supone que el primer día de clases es emocionante" enfatizó.
"Bueno, nuestro latido del corazón de la escuela secundaria murió, recuerda",dijo Amelia impasible. Se sentó en la ventana de su bahía, sus ojos se preguntaron más allá de sus cortinas blancas: "Simplemente va a haber educación con muchos tributos deprimentes".
"Claro, esa es una forma en la que puedes verlo, o puedes pensar en cómo todos han pasado por la pubertad y se ven más atractivos ahora".
En la esquina de los labios de Amelia se dibujó en una sonrisa, sus dedos dejaron que las cortinas se balancearan libremente, "Pero no hay nadie más atractivo que los homosexuales en nuestra escuela y mucho menos en nuestro grupo de año".
"Te acostumbrarás", dijo Kevin de una manera tan descuidada, que Amelia prácticamente podía ver el hombro de Kevin encogerse de hombros en el fondo de su mente, "Pero, ¡oh Dios mío! No viste a Archie anoche".
Amelia reprimió el impulso de responder con sarcasmo: "¿Qué quieres decir?".
"Ese chico pasó de 'hola, señor. Es agradable conocerle' hasta 'que tu hija también me llame papi'"
Se metió hebras de pelos sueltos de su desordenado peinado trenzado detrás de la oreja, "¿Todo en un verano?"
"¡Sí!" Él exclamó: "¿Crees que podría ser un gay de armario?"
Amelia tarareó en breve contemplación, con la mente abierta a la posibilidad, "Lo dudo, pero si lo es, bien por ti".
"No", su tono se endureció, "No vas a hecer eso este año".
