02.

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Deseaba poder evitarlo, poder mantener sus ojos en otra cosa que no sean sus candentes ojos azules, sus lunares, pecas y esos labios suyos. Joder, quería poder pasar a su lado sin que el corazón le latiera o ponerse increíblemente nerviosa, sin querer tratar de llamar su atención hablando más alto o diciendo algo interesante o gracioso.

Quería dejar de mirar su cabello, como se batía con el viento o lo arreglaba a veces, poder salir de clases sin barrer toda la escuela para buscar a la chica.

Estaba mal. Estaba increíblemente mal.

La vio parada contra unos pilares hablando con la chica que siempre suele hacerlo. Con unos libros en su antebrazo y su mochila colgada en un hombro.

¿Por qué no podía verse mal dentro de esos pantalones rojos?

Cuando la chica a su lado se alejó, supo que era el momento, era hora de acercarse.

Dio unos pasos nerviosos en dirección a la rubia, a unos escasos centímetros de distancia, la chica se dio cuenta de su acercamiento así que levanto la mano en saludo a la vez que sonreía.

Algo se retorció en su estómago y dudo.

Retrocedió tres pasos ganándose una mirada de confusión de su parte. Al cuarto paso tropezó por caminar sin ver y en vez de caer al piso, fue empujada hasta chocar contra el muro donde Perrie se encontraba.

-¿Estás bien?-era una de las pocas ocasiones en que la oía hablar.

-Eh, sí-tartamudea en respuesta.

Resoplo cuando las palabras no salían de su boca con coordinación, se encontraba diciendo incoherencias frente a la chica que pretendía impresionar.

Perrie la ayudo a incorporarse y sobre su hombro, observó a su amiga morena alzar los pulgares para animarla.

A ese punto era bastante obvio quién la había empujado.

-Yo...-no sabía exactamente que decir, se había propuesto a luchar por aquella chica que le nublaba los sentidos.

¿Cómo lograría decir algo normal?

-Iba caminando por ahí y alguien me empujó-se excuso torpemente-. Que casualidad, ¿Verdad?

Río suavemente de si misma, pero ella no pareció encontrarle sentido al chiste y se mantuvo firme, le dedico una mirada de tres segundos y volteo la cara hacía algún lugar.

Un pequeño paso para el hombre, una gran vergüenza para Jade.

-Entiendo.

¿Entiendo?, ¿Sólo eso iba decirle?

Tenía que luchar un poco más.

-Y...-busco algo que decir en algún lugar de su blanca mente-. ¿Cómo haz estado?

-Estoy bastante bien, gracias-respondió, sin apartar la mirada de un punto en la pared.

Quería hablar con ella, realmente quería. Pero vamos, ¿Quién conversa con alguien que ni te mira a los ojos? No hace nada por sacar un tema para hablar, es como si quisiera salir corriendo. Como si no soportará su compañía.

Si no quieres hablar conmigo, puedes decírmelo. Pensó.

-Lo lamento-volvió a mirarla a la cara, haciendo una mueca-. Tengo que irme.

¿Acababa de pensar en voz alta?

Muy bien, adiós dignidad.

Antes de que pudiera responderle, Perrie se fue casi corriendo y así termino uno de los muchos intentos que había hecho aquella semana para acercarse.

Debería desechar aquellos sentimientos porque ya se estaban volviendo más fuerte de lo que podía controlar.

[...]

Heterosexual. Eso era lo que pasaba, seguramente cuando ellas estaban hablando, Perrie encontró a un chico lindo cerca del pilar y robó toda su atención. Qué más podía ser, era terca, necia, tan insistente.

-¿Qué te pasa?-una chica morena apareció en su campo de visión, con una sonrisa divertida.

-Pasa que tú, me diste un empujón a la estupidez, Leigh Anne-le señalo acusadora.

Su amiga río, sentándose en la silla de enfrente y tapando la imagen de una joven rubia que Jade observaba desde ahí.

-¿Yo por qué tengo la culpa de que Perrie huyera?-bromeo.

Si, puede que no tuviera la culpa, pero si hubiera esperado a que ella estuviera preparada, es decir, nunca, aquello no hubiera sucedido.

Perrie sonreía con un chico que era tan guapo que te hacia doler los ojos al mirarle, con cabello perfecto, nariz perfecta, ojos perfectos...

-¿Por qué tiene que gustarle eso?-lloriqueo de una manera exagerada-. ¿Por qué no voltea y me mira?

-Por qué tú le miras el trasero, y en su caso, no tiene nada que envidiarte-continuó bromeando, con la única intención de hacer enojar a su amiga, pero nunca lastimarla.

Sin embargo, sus bromas ni siquiera le afectaron, en su mente, ella era aquel chico, tomaba un mechón de su cabello, jugaba con el un rato y lo dejaba atrás de su oreja con delicadeza. En su mente, aquella sonrisa le pertenecía, y esos azules como el mar, la miraban con amor.

-Realmente estás mal-la escucho decir, pero siguió sin prestarle atención-. Me parece que podrías estar algo... Obsesionada.

Sus sentidos volvieron al mundo real, dónde frente a ella había una chica con semblante preocupado, Leigh y ella habían sido amigas desde hace tres años cuando se conocieron en la secundaria y desde entonces, eran inseparables.

O eso decía la gente, porque para ellas, aquella hermandad que sentían era fuerte para estar intacta durante muchos años más, el problema realmente es que uno no conoce el destino y no sabes en que momento podrías ser separado de esa persona a la cual juraste estabilidad.

-No estoy obsesionada-dijo para intentar convencerse a si misma más que todo-. Sé la diferencia entre atracción y obsesión.

Creyó creer.

-Eso espero-se relajó un poco-. No quiero que salgas lastimada.

Ella tampoco quería sufrir, su corazón era como un pequeño bambi, podría ser roto con un simple toque y habría tantas piezas regadas que se haría millonaria si fuera rompecabezas.

Perrie le atraía, pero no estaba segura si ella valía la pena de destruirse. No sabía si después de todo aquella chica la rechazaría y ella terminaría con dañada, sola, desorientada.

No la conocía y aquella rubia de ojos bonitos, tampoco le daba la oportunidad que tanto deseaba.

*-.-*-.-*-.-*.

Este capitulo es un poco más largo, quiero decir que tengo alergia y cero imaginación, help me.

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hetero |Jerrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora