06.

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Después que Jade aprobara el examen, Perrie desapareció de manera automática de su vida, no hablaron después, sólo cuando la felicitó por haber pasado. El día de la fiesta fue bastante incómodo, ambas estaban ebrias y no pararon de mandarse miradas fugaces toda la noche.

Jade podría haber estado muy borracha, pero recordaría esos ojos viéndola aunque tuviera amnesia, la forma en qué la miraba era distinta, sus ojos reflejaban un sentimiento que no conocía y gracias al alcohol no supo descifrar. Pero no estaba loca, por un momento imagino que los papeles se invirtieron, que esta vez Perrie era quién la observaba desde el rincón en silencio, analizando el conjunto rosado que llevaba esa noche, su cabello ondulado y forma en que su piel morena brillaba con el color, la miro hasta cuando bailo con ese chico el cuál no recordaba su nombre -o tal vez él no se lo había dicho-, y desde ese momento la tensión subió, todo se sentía como una guerra de sentimientos reprimidos.

—¿La viste?—Leigh se sentó de golpe sobre la cama, parecía emocionada y con muchas ganas de chismear.

—No he visto ninguna rebaja en zapatos si es lo que preguntas—bromeo, jalando uno de sus suéter del closet.

—No oh—canturreo—. Perrie subió una foto bastante candente.

—¿Qué?

Sin pensarlo, paso el suéter por su cabeza y se sentó en la cama y observó  a través del teléfono de su amiga como la página cargaba y finalmente mostraba la foto.

Era Perrie siendo ella, con el cabello enmarañado y una de sus poces diva total. Llevaba puesto un crop top blanco dejando a la vista su abdomen y una pequeña cicatriz cruzándolo, además de todo, sus pecas eran el centro de atención, después de sus labios rosados y sus increíbles ojos.

—Madre mía, que alguien me explique por qué esa mujer tiene que ser heterosexual—fingió un lloriqueo.

La morena se río.

—Lee la descripción.

Le acercó el teléfono con la foto abierta, ignoro los comentarios sádicos y la cantidad de likes y compartidos que tenía, fijándose en la única frase que la acompañaba.

Mirame.

—¿Qué demonios significa?

Leigh se rodó los ojos como si no fuera la cosa más obvia del mundo.

—Que le gusta que la mires, le gusta la atención que le das y ahora que no sé, lo extraña—explico—. Creo que todos nos dimos cuenta de cómo te miraba en la fiesta.

—Sí, pero estaba ebria—le recordó—. Y es técnicamente imposible que se trate sobre mi o sobre mi acoso. Mejor olvidalo.

La castaña termino de vestirse para lo que sea que Leigh la hubiera despertado a las ocho de la mañana un domingo.

Se maquilló porque sus ojeras de una fiesta pasada seguían ahí, y el dolor de cabeza también.

—¿A dónde se supones que vamos?—le preguntó agotada.

—A un café obviamente, traes un humor de mierda—se burló—. Pero antes, me gustaría tomarme una foto junto a mi mejor amiga.

Le dedicó una sonrisa inocente de esas que no tienen nada de inocencia. Rodó los ojos y se puso a su lado para que pudiera tomar la bendita foto y por fin ir por ese café.

—Muy bien—aplaudió con emoción—. Nos vamos.

[…]

Gracias a que era un domingo por la mañana, todo estaba vacío y lograron conseguir una mesa libre con una vista al mar y además de que su pedido llego más rápido de lo esperado.

—¿No te trae tranquilidad y paz este lugar?—sonrió—. Es increíble, sobre todo cuando tratas de pasar una resaca.

Jade bebió de su café y no dijo nada porque tenía razón, el dolor de cabeza desapareció trayendo tranquilidad y paz por el ruido de las olas golpeando entre si.

—Lo es—se secó los labios con una servilleta—. Pero necesito mi dosis de azúcar o voy a enloquecer.

Unos treinta minutos después, acabó con un plato de galletas frente a ella y una tasa de chocolate caliente con malvaviscos.

—No mueras por favor—exageró cuando vio la cantidad de dulce que estaría por comer.

Jade no dijo nada, comió una de las galletas de un solo bocado sin percatarse a sentir el peculiar sabor a coco, comió otra más.

—Wow—Leigh parecía sorprendida—. Deberías voltearte.

Debió o tal vez no, porque entonces notó a Perrie caminar entre las mesas con una falda floreada y un crop top, con su cuerpo curvo y es trasero tan suyo, la reconocería donde fuera.

Pero, ¿Qué hacía Perrie en un restaurante a la orilla de la playa?

Todo hizo un crack en su cabeza.

—Sabías que estaría aquí—le reprochó—. ¡Pusiste la ubicación en la foto!

—Sí, puse la ubicación en la foto, pero no sabía que ella vendría solo para verte—contradijo—. Está es la forma de mostrar que también le interesas.

Tenía razón, la foto pudo haber sido una invitación indirecta, pero ella decidió estar ahí, acercarse y sentarse en su mesa como si fuera lo más normal del mundo.

—Que sorpresa encontrarlas aquí—mintió una vez estuvo sentada—. Yo estoy esperando a mi familia, pero no sé dónde se metieron.

—Quizás se perdieron, es un lugar muy lejos—Leigh tenía un aire burla que no pudo disimular.

Perrie pareció ponerse incómoda al respecto y guardo silencio por un momento.

—Tal vez debería irme—mencionó con vergüenza, de repente se había sonrojado y los ojos se le apagaron—. Lo más probable es que nadie venga.

—No te vayas—Jade la detuvo—. Puedes quedarte con nosotras un rato más.

—Sí—la morena apoyó—. Pensábamos darnos un baño en la playa, deberías venir.

Maldita sea Leigh Anne y su plan.

Cómo había preparado toda una maleta con ropa extra y se tomó el trabajo de llevar snacks y bebidas, tenía tan preparado como si de alguna forma supiera que Perrie iría ese día.

Pero aunque todo ese problema era su culpa, Jade se dio cuenta que no era la única que le gustaba mirar, tenía ciertos ojos bien puestos en la curva de su espalda y el inicio de su trasero, tal vez se sorprendió por descubrir que tiene un tatuaje ahí atrás, pero más que sorprendida, parecía disfrutarlo.

Esa tarde se dio cuenta que a Perrie Edwards podía ser cualquier cosa, menos heterosexual.

hetero |Jerrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora