Capítulo 4

713 75 31
                                    

Katsuki Bakugou no era famoso por su paciencia o autocontrol, fácilmente perdía los estribos con todo. Aun así, él estaba orgulloso de que, con los años, había ido ganando un poco más de "serenidad". Pero justo en ese momento todo se había ido a la mierda, sentía ganas de hacerlo arder todo y quería golpear a más de uno, quería gritar y destruir todo en esa maldita estación y era irónico, la razón por la que no lo hacía, provocaba sus ganas de asesinar hombres.

Uraraka Ochako, sentada a su lado, atraía las miradas de cada hombre que pasaba cerca. La escaneaban de arriba abajo, deteniéndose ahí donde sus curvas se pronunciaban más. Los que la veían de lejos, incluso se atrevían a silbarle o gritarle piropos, porque no eran tontos, el rubio a lado de tan atractiva mujer irradiaba un aura de furia e instinto asesino tremendo. Y lo que irritaba más al rubio, era que ella era totalmente inconsciente de lo que provocaba, estaba ahí, sentada a su lado, leyendo tranquilamente. Ojalá ella se molestara por lo que pasaba a su alrededor, así él tendría el pretexto perfecto para cometer homicidio.

Y toda esa situación junto con su mal humor, comenzaron cuando el tren en el que viajarían presentó algunas fallas mecánicas que los obligaron a parar en la estación más cercana y esperar 30 minutos en lo que lograban repararlo.

Por lo que allí estaban, esperando, con Katsuki a punto de una embolia y Ochako leyendo tranquilamente mientras se aferraba aún al brazo del rubio.

—¿Pasa algo? — Preguntó Ochako, apartándose de su libro al ver el entrecejo fruncido del rubio. Bakugou gruñó sin contestarle. —Si es por lo del tren, ya te dije que no te enojes, estas cosas pasan, a este paso te vas a arrugar cuando cumplas 25 — Una vena en la frente de Bakugou salto, furioso. — ¡Oh! Mi mamá decía que el calcio era bueno para controlar los nervios, tal vez eso te ayude.—

— Cara redonda—  Habló Bakugou con un gruñido y un severo tic en el ojo.

— ¿Qué pasa? —

— Cállate o te juro que voy a cometer un asesinato público — Ochako agachó la cabeza e hizo un puchero.

—  no hagas eso, maldita sea — Gruñó. Ochako comenzó a tocar la falda de su vestido. Suspiró.

— Yo... lamento lo de ayer — habló ella mientras movía nerviosa sus pies. — Juzgué mal a tus amigos por culpa de cosas que ya pasaron, fui grosera a pesar de que has sido tan generoso conmigo. Lo siento. — Él la observó mientras ella seguía hablando — Son muy amables, sobre todo la señorita Todoroki, ¡es tan linda! — Bakugou desvió la mirada ante la sonrisa resplandeciente que ella le regaló.

— Sí... lo es- susurró — Ya están abordando, vamos- Ochako asintió y siguió al malhumorado rubio, quien había tomado la maleta de mano y el libro de Ochako. Ya en los asientos, él le devolvió el libro y acomodó el equipaje mientras dejaba que ella se acomodara en el lugar junto a la ventanilla.

— Ahora que lo pienso... — Habló Ochako — La maleta es demasiado grande ¿No crees que una más pequeña sería más conveniente? —  Preguntó con curiosidad, recargando su mejilla en su mano.

— Es para meter tu cadáver — Respondió Bakugou con cara seria, Ochako hizo una cara de horror, para después golpear suavemente el brazo del rubio.

— ¡No hagas esas bromas! — Bakugou bufó burlón.

El tren comenzó a avanzar y mientras Bakugou miraba a la nada, Ochako leía concentrada. Bakugou miró de reojo el libro que había tomado.

— ¿El asesinato de Roger Ackroyd? — Preguntó extrañado, arqueando una ceja.

— ¿Tiene algo de malo? —

Como dagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora