OLVIDO

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Mi mano sujeta a la tuya, como siempre. Mis ojos te miran como si fueras inverosímil. Los dos nos encontramos en un hueco espacio blanco. Soy feliz teniéndote así, en lo mas profundo de mí. En lo más profundo de mis deseos. Pero de repente, me doy cuenta de que no es así. No soy feliz. Aunque tengo sensaciones que me hacen sentir que no es así, me hace daño.

No aguanto más. Necesito soltarte. Necesito dejarte ir. Mi mano comienza a abrirse para poder liberarte. La tuya se resiste, me agarra la mano con fuerza. Me pides que no te deje, que no te suelte. Me dices que no debería hacerlo, que quererte es lo mejor que me ha podido pasar en la vida, aunque no haya sido correspondido, y que algún día, a pesar de que piense que no, comenzaremos esa tan ansiada historia de amor.

Por un segundo me creo lo que me dices y estoy a punto de seguir luchando por ti. Sin embargo, consigo caer en la razón de que no eres tú. Tú no eres el que me habla. No eres tú el que me pide que me quede. No eres tú el que me pide que luche por ti. Soy yo, yo misma la que quiere seguir queriéndote, y también la que puede decidir si quiere continuar haciéndolo. Me lo pregunto. La respuesta resulta ser negativa.

Esta vez, no hace falta que te suelte la mano, ya lo habías hecho tú. Te das media vuelta y empiezas a alejarte. Quiero que lo hagas, pero no puedo evitar soltar unas cuantas lágrimas mientras veo como cada vez te haces más pequeño. Tardo bastante tiempo en dejar de verte, pero poco a poco vas desapareciendo entre una espesa bruma. Me seco las mil lágrimas que he derramado y miro hacia atrás. Me encuentro con un camino, el que sé que debo seguir. Me dispongo a caminar, con tu recuerdo en mi corazón y en mi memoria, pero sin mirar y sin volver hacia atrás. Esta vez yo, yo misma y lo que venga.

Nédar Poética Donde viven las historias. Descúbrelo ahora