Mirando la misma luna, pero, ¿de qué me sirve? ¿De que me vale saber que miramos al mismo cielo, a la misma luna, a las mismas estrellas? Las miraría encantada, pero agarrada de tu mano, apoyada en tu hombro, como siempre lo hacíamos. Pero no estás y, con tu ausencia, el cielo no hace más que hablarme de ti. A veces llora. A veces se enfada. Se enfada conmigo, y me pregunta por qué te fuiste, por qué te dejé ir, por qué ya no miras sus estrellas junto a mí, por eso intento no observarlo. Intento evitarlo para que deje de hablarme de ti, al igual que evito pasear por la playa u oler la almohada, que aún tiene impregnado algo de tu aroma.
Los recuerdos me torturan, sin embargo, mi mente no puede dejar de reproducirlos, y no quiero que deje de hacerlo porque lo que de verdad me mata es saber que muy probablemente solo pueda volver a verte en esos recuerdos
