A MI MEJOR AMIGA DE LA INFANCIA

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Es extraño cuando te paras a recordar todas las aventuras que vivías cada día con esa persona con la que podías hablar de cualquier cosa, con la que ocupabas la línea telefónica cada tarde, la que te levantaba del suelo (figural y literalmente), a la que le llorabas y a la que le secabas las lágrimas. A la que abrazabas cuando algo iba mal o que levantabas del suelo de la emoción tras darte una buena noticia, y con la que te quedaron miles de aventuras por vivir.

De repente las personas cambian y se alejan en el camino. A veces sabes el motivo, otras veces sabes que vas a morir sin saber que pasó y que fue lo que cambió. ¿Por qué decidió marcharse? ¿Hice algo mal?

Hoy te escribo a ti, mi mejor amiga de la infancia. Mi primera amiga, mi primera mejor amiga, mi primera hermana sin la misma sangre. La primera persona por la que, sin ser de mi familia, habría muerto y habría matado. La persona que tenía reservado sin perdirlo mis abrazos más efusivos. Mi compañera de juegos. Mi mayor tesoro y, a la vez, mi mayor fastidio. Nos recuerdo a ambas en mi cuarto o en el recreo del colegio peleándonos por cualquier estupidez y abrazándonos a los dos minutos.

Pero un día todo se torció. Me hiciste daño. Muchísimo daño. Demasiado daño. Aún recuerdo todas las veces que mi madre me descubrió llorando en mi habitación porque no podía creer lo que estaba pasando, y también recuerdo todas las veces que he llorado sin consuelo. No se quedó ahí, en un par de llantos. Lloré durante años, y alguna que otra vez se me escapa alguna lágrima al recordarlo. Por ejemplo, ahora que te escribo.

Fuimos al mismo instituto hasta terminar Bachillerato, pero, incluso en el último curso, después de años y años sin hablar, se me seguía haciendo raro no saludarte al verte. Y es que a veces pienso que distanciarnos fue un error del destino, puesto que sé que nos quedaron muchísimas cosas por hacer juntas. Como ir a Madrid al concierto de ese grupo que sé que es tu favorito, al igual que el mío. Habría sido un viaje fantástico y una experiencia inolvidable solo por haberla vivido juntas.

Pero aquí estamos. Sin hablarnos, mientras me sigo preguntando que fue lo que hice para que quisieras alejarte de mí para siempre. Solo quiero que sepas que, a pesar de todo lo que pasó y todos los años que han transcurrido, siempre voy a quererte.

Nédar Poética Donde viven las historias. Descúbrelo ahora