Un pequeño accidente. [Bruises/Jole] Ninjago.

7.

¡Esto era fabuloso! Pensaba Nya, mientras caminaba con una extensa sonrisa plasmada en sus labios rojizos, recuerda haber pedido aquello pieza por línea, esa que se agotó a los pocos minutos de salir a la venta, y después de casi dos meses... ¡finalmente había llegado! ¡Al fin había llegado su pistón hipereutectico! Y no solo eso, este medía unas cinco pulgadas menos que los que usaba normalmente, con el doble de capacidad. ¡No podía estar más emocionada!

Cualquier chica habría pegado el grito al cielo por un vestido de temporada o un nuevo set de sombras, y aunque Nya también disfrutada de esas cosas, nop, ¡ella lo había hecho por su pistón nuevo! Se mostró feliz, entusiasmada, queriendo compartir su alegría con la primera persona que se le pasara por el frente, que era Kai, y mientras le explicaba sobre el control de la dilatación de las temperaturas altas del pequeño aparato, este solo la miró con una expresión forzada de condescendencia, asintiendo a cada palabra y al final terminando con un "Ajá, que bueno hermanita..." y una mirada incómoda.

Nya supo leer entre líneas, entonces solo dejó al tonto de su hermano, ¡claro que él no la iba a entender, ese tonto! Entonces su objetivo fue otro: Jay. 

¡Seguro él estaría tan emocionado como ella!

Y aunque su relación con el ninja azul había sido algo extraña, donde al principio ambos actuaron tan encaprichados el uno por el otro que pareció un profundo enamoramiento y ahora... solo pudieron pasar por ambiguos amigos, ella nunca dejó de compartir con él aquella afición mutua por la mecánica, desistiendo de la idea de verlo como algo más que eso, ¡un buen amigo!

Iba tarareando alguna canción, con dirección al salón, o una de las habitaciones donde los chicos pasaron la mayor parte de su tiempo jugando videojuegos cuando no estaban entrenando, pero su desconcierto fue grande cuando apenas vislumbra a Zane y Cole jugando, trató de alzar la vista, buscándolo con sus redondos ojos café que ahora destellaban en curiosidad, entonces cuando se cerciora de que efectivamente no eran más que el maestro del hielo y de la tierra concentrados en la pantalla del televisor, se anima a hablar.

—Emm... chicos... ¿Han visto a Jay?

Pasó un par de segundos antes de obtener una respuesta, notó un pequeño gesto incómodo en el rostro de Cole, entonces creyó que la habían ignorado, pero Zane se animó a contestar.

—Hace rato está en la cubierta, me parece extraño que antes no te toparas con él—dice sin despegar la vista de la pantalla, con su habitual tono sereno.

El rostro de Nya se volvió a encender en una adorable sonrisa, cuando pensó que había sido muy torpe que no le viera, ¡pero de verdad estaba entusiasmada!

—¡Ah, claro! Gracias, Zane.

Pareció escuchar algo mientras salía, solo que no prestó mucha atención a ello y se apresuró a ir a la cubierta mientras sostenía bien el aparato entre sus manos.

Eran alrededor de las cuatro de la tarde, ahora mucho lejos de ser abrasador, el sol brindaba una agradable calidez a toda la cubierta, este y la simpática brisa de media tarde, no culpaba a Jay por querer pasar un tiempo fuera, ella también deseó hacerlo, esto o el entusiasmo le había hecho ver las cosas mucho más bonitas de lo que en realidad parecían a simple vista.

Cuando lo encuentra con la mirada, esa sonrisa que no se había despegado de sus labios ni una sola vez se ensancha, lo ve encogido, dándole la espalda mientras estaba sentado en el suelo, pareciendo concentrado en algo. Entonces llega hasta dos pasos de él.

—¡No adivinarás lo que...!—se interrumpe a sí misma, cuando la demacrada cara de su amigo le da una mirada que se esforzaba por aparentar alegría— ¿Jay...?