La decisión

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Esto debía terminar. La última vez se había dicho a sí misma que no permitiría que sucediera de nuevo. Sin embargo, allí estaba otra vez, mirándose al espejo, con el rostro magullado y el maquillaje corrido por el llanto.

Se dio la vuelta y, con determinación, sacó la valija que estaba bajo la cama. La abrió sobre las sábanas revueltas y empezó a meter sus cosas, sin mucho orden y con prisa.

Estaba decidida, no quería volver a verlo, así que apenas juntó sus pocas pertenencias, se marchó, dando un último vistazo a su casa, donde soñara con ser muy feliz.

Su esposo se encargó de demostrarle que la felicidad era algo momentáneo.

No sabía por qué había permitió que pasara tanto tiempo, ni por qué lo había perdonado tantas veces.

Pero ahora era diferente. Se iba porque, desde el momento en que lo supo, había empezado a amarse de verdad. Se iba porque ahora, dentro de su cuerpo, latían dos corazones.

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Relatos impensadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora