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Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, solo el amor que les tengo.

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Su mirada dudaba, entre la explicación de Aizawa-sensei y mirar a Midoriya, que entre quería y no podía. Que ahora eran novios, NOVIOS; N-O-V-I-O-S, y sus piernas se sentían de gelatina. Entonces quería mirarlo, pero no podía. Todo era demasiado nuevo y sus reacciones le mostrarían a los demás que algo pasaba, porque sus sentimientos eran demasiados obvios para cualquiera y si la miraran cuándo o después de que le echara una mirada a Deku, su novio —le gustaba aclararlo, aunque sea en su mente— se darían cuenta que sus sentimientos no eran de un solo lado. Su felicidad era tal al mirarlo que era difícil no notarlo.

Aguantó no girar la mirada hasta el final de la clase, porque oye, su aguante tiene un límite. Cuándo el timbre del receso sonó y Aizawa como si de un maratón se tratará salió del salón, ella miró en su dirección. ÉL ESTABA DEL ROJO MÁS FUERTE DE LA LISTA. Hablaba con Iida que lo observaba preocupado mientras ponía su mano en su frente, diciendo unas palabras —seguramente que lo llevaría a la enfermería—, hasta que Izuku le devolvió la mirada y el mejor amigo que compartían tuvo que sacar la mano porque quemaba.

Su chico estaba prendido —su chico, que lindo suena— su gama de rojo había pasado cualquier límite conocido causando el pánico en el salón. Yao-momo intentó controlar a sus compañeros, especialmente los que le pedían a Todoroki un ataque con hielo para calmar al de las pecas que tenía la mirada perdida en los ojos de Ochako. Esos ojos que lo volvían loco.

Kaminari se escapó de las advertencias de la delegada y de Iida, que poco a poco se tranquilizaba, para ir corriendo hacia el extintor. Unos por preocupación intentaban alejarlo, pero otros más por malicia y ganas de reírse un rato lo alentaban; aunque a estás alturas el chico estaba volviendo a sus colores. Kaminari era ajeno a todos los reclamos o alientos, él haría lo que creía correcto. Así que tomó el extintor —con Ashido y Sero alejando a quien intentara detenerlo— y atacó las llamas ya extintas de Midoriya.

El salón estaba en silencio, hasta que una risotada de Bakugou llamó a juego al resto de la clase. Ese no era un extintor normal, era uno creado por uno de los profesores de la academia; este creaba un tipo de espuma que iba creciendo de manera apresurada para apagar la mayor cantidad de fuego posible con poco uso, así que la cantidad que había dejado Kaminari era suficiente para dejar cubierto a Midoriya. Iida iba correr la espuma para ayudar a Izuku, pero Uraraka tomó su hombro en señal de que dejara que se ocupara. Tenya sonrió agradecido y se dirigió hacia Kaminari, para castigarle por su actuar y lo acompañó Momo, como si de dos padres decepcionados se tratasen.

Ya nadie se fijaba en el peliverde, la mitad de la clase espiaba el sermón que recibía el eléctrico y el resto se dirigía a almorzar. Si se fijaran, hubieran visto que Midoriya se perdía en la espuma y no por el solo echo de la cantidad que hubieron tirado sino, como había visto Ochako por esa mirada verdosa antes de ser ocultada, porque el mismo chico había decidido que así fuera.

Se internó en la espuma, rápido porque no tenían tiempo, y lo buscó. Él encontró primero su mano y la arrastró. Se encontraba sentado junto a su pupitre y ahora ella sentada al frente. El sonrojo no se había ido pero si atenuado y la miraba directo a los ojos, para ella fue una mirada muy sexy, pero estaba segura que esas palabras no se animarían a salir de su boca. La espuma cada vez se desvanecía más y si alguien se ponía justo por encima de ellos podrían verlos. Así que no tenían tiempo, lo aprovecharían. Al ver como Izuku posaba la mano en su mejilla entendió porque se había sonrojado de tal modo, porque su mente estaba pensando más allá de solo mirar a su reciente novia.

Pasó la mirada de los ojos de Midoriya a sus labios, y sin pensarlo relamió los suyos. Esa fue la señal. Izuku primero beso su mejilla —que ella estaba segura que debía estar muy, muy roja— y luego la miró. La mano que se apoyaba en su rostro temblaba, pero no estaba dispuesta a alejarse. Uraraka llevó su mano a la mejilla de Midoriya y acarició, agradeciendo lo bien que se sentía. Besó debajo de su ojo izquierdo, dónde había unas bonitas pecas que desde hace tiempo deseaba sentir. Se alejó, pero poco. Apoyando su frente sobre la de Izuku.

—Tenemos poco tiempo —dijo él, susurrando.

—Si —respondió ella, cerrando sus ojos y dejando a su boca que vaya a dónde quisiera ir. Primero fue a la nariz y luego una mano callosa sobre su cintura le rogó para que fuera a sus labios, así hizo.

Y todo lo que deseó ver lo vio, y todo lo que deseó sentir lo sintió. Fue solo unos segundos que duraron años. Sus labios son tan suaves —pensó Midoriya— y la apretó hacía si. Ochako pasó su brazo detrás de la cabeza del chico, acarició el desordenado cabello y lo apretujó. Solo sentían los labios del otro, y eso era suficiente. Porque sentían el mundo.

Se alejaron al sentir ruidos que se acercaban, Ochako se sentó a un par de pasos de Izuku. En un intento de controlar sus emociones y miró al suelo, porque estaba segura que no lo haría del todo. Los encontró Iida y lo primero que sintió fue su mano sobre su frente.

—¿Tú también? —dijo el delegado para dar unos pasos atrás y volver con Kirishima, que la apoyaba en su espalda preguntándole si se encontraba bien. Ella no sabía mentir, así que culposamente se fingió dormida. Cuándo era sacada del salón se animó a espiar por un instante hacia un lado; dónde Iida llevaba en la espalda a Midoriya. Sus miradas se volvieron a interceptar y luego sus compañeros tuvieron que ir corriendo hacia Recovery girl pensando que habían empeorado.

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Nunca vi funcionar un extintor, pero quería que sucediera lo de la espuma. Así que a último momento (cuándo lo copiaba y pegaba acá) le agregué explicación y le eché la culpa a un héroe XD

Solo falta un capítulo y ya lo estoy escribiendo <3

Cuenta regresivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora