XVII. Caos

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—Tengo una duda. —dije mientras Jimin se preparaba un té. Alzó las cejas sin despegar la vista de la bolsita flotando en la taza y revolvió con la cuchara el líquido. — ¿Cómo supiste que tenías la Osa Mayor en tu espalda? — hice una pausa mordiéndome la mejilla interna. —Digo... es difícil verse en esa posición frente al espejo, a menos que tengas ojos en la espalda.

Pensé que reiría, pero sólo apoyó sus manos sobré el mesón, recargando su cuerpo.

—Papá me la dibujaba cuando era pequeño. — puntualizó, y aunque hizo el gesto de querer desentenderse del tema, a esas alturas ya no quería pasar por alto su pasado. Además, ni Taehyung ni Hoseok estaban en el departamento, tal vez eso podría darme un poco de ventaja. Así que pensé, que sería buena idea si tanteaba el terreno desde mi propia historia.

—Tu padre se ve alguien culto. — supuse y avancé hasta apoyarme sobre el brazo del sofá, observándole. — Mi padre fue el dueño de una tienda particular, arreglaba todo tipo de objetos tecnológicos, así que nunca tuvo mucho tiempo para enseñarme algo. Mamá, bueno, mamá me enseñó a dibujar. Era bailarina de balé, pero llegada cierta edad tuvo que retirarse. También me enseñó a bailar, y sobre música.

Tenía su atención. Me miraba de una forma tortuosamente tierna, y una sonrisa se asomaba de sus labios.

—Antes de mudarme, la tienda de papá se fue a la quiebra. No te lo había contado. — me rasqué la nuca algo avergonzado. — Me la pasé comiendo ramyon un mes, y al próximo ya no me pudieron seguir manteniendo. Así que sólo comí zanahorias. Estuve a punto de irme, ya sabes... de quedar en la calle.

—Ahí fue cuando tu hada madrina Tae te salvó ¿no? — su rostro parecía comprender la situación. Asentí echándome hacia atrás, para caer de espalda sobre el sofá. —Algo así me pasó con él también.

—Jimin...— murmuré, y le oí sorbetear el té.

Cerré los ojos concentrándome en buscar las palabras precisas para llevar a cabo mi plan, pero me tomó por sorpresa verlo aparecer. Dejó la taza en la mesita de centro y me tomó de los hombros para acomodarse debajo de mí. En pocos movimientos mi cabeza estuvo reposando sobre sus piernas. Desde allí abajo su mandíbula se contorneaba perfecta, y su cuello acaramelado lucía demasiado atractivo. Inconscientemente me acurruqué buscando mayor comodidad, y descansé mis manos sobre sus rodillas, dibujando pequeños círculos.

—Tan feo. — ronroneó él, trazando líneas de caricias desde mi mentón hasta mi oreja. Me obligué a creer que feo era el lindo que él nunca podría decir, y mi vientre se sintió cálido de pura felicidad. — Mis padres se separaron cuando tenía tres años. - sentenció. Me costó creer que había dado resultado haberle contado mi historia. — Mi madre decidió quedarse conmigo, papá se fue al extranjero hasta que yo tuve siete. Viví bien hasta los seis. Mamá cayó en las drogas. También pasé hambre. Ella gastaba todo el dinero que ganaba en el trabajo en comprarse su porquería, olvidaba comprar mis útiles escolares. Recuerdo haber usado las mismas zapatillas por tres años... me dolían tanto los pies.

Evité alzar la vista, evité siquiera respirar, porque parecía que el mundo se detenía en el revestimiento de imágenes que se acoplaban en mi mente, imaginándomelo vivir en esa situación.

—Yo no lo sabía, claramente, sólo era un crío ignorante. Siempre había sido afectuosa, y de un momento a otro, se convirtió en algo... en algo horrible. — le oí tragar saliva. — Alcanzó a golpearme un par de veces cuando se me ocurría demandarle un poco de afecto o atención. — su mano dejó de acariciarme y apretó el pliegue de mi polerón, cerca del hombro. —Papá me rescató de ese infierno, y a los quince años ella murió de sobredosis.

If you were Me [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora