Capitulo Once: Libérate

10K 136 20
                                    

Liberar es desatar, es pasar de la esclavitud de los momentos o de las acciones a la misma paz. El que se libera de los malos pensamientos y de las malas actuaciones resurge de entre sus propias cenizas y empieza a contemplar el éxito como un bálsamo que su existencia necesita.

   La envidia, las drogas, el obrar mal, el pesimismo, el facilismo, la poca conciencia, la intolerancia y el remordimiento son las cadenas más grandes que nos amarran al fracaso y nos alejan del éxito. Si tú sufres con alguno o varios de estos graves problemas es hora de que paulatinamente vayas cambiando tu rumbo. Si lo que experimentas es envidia, bendice a los demás y a ti mismo dado que  tienes las mismas capacidades. Si son las drogas las que te quitan la calma trata de llenar todo vació con la palabra de Dios. Si obras mal, trata de resarcir los daños, “ofrece el perdón a tus enemigos y recibe la paz”[1] . Si eres pesimista cambia de espacios, elimina toda rutina, alimenta tus sentidos solo de cosas positivas, refúgiate en el poder sanador de la naturaleza, ama tus problemas porque ellos serán siempre tus mejores maestros. Si has contemplado el facilismo como la única opción de triunfar recuerda siempre que no vale subir como palma y caer como coco, que lo que por agua viene por el agua misma ha de irse; todo logro es proporcional a la energía empleada para conseguirlo, ten en cuenta que por todo lo que deseamos debemos pagar un costo para que así las cosas nos pertenezcan realmente gracias al sello del esfuerzo y no se aleje de nosotros tan de improviso como han llegado. Si la poca conciencia es lo que te aflige ten presente que después de Dios eres el segundo ser dominante sobre todo el universo, todo cuanto te rodea y aun lo que no ves te fue concedido para que nada te falte, para que todo cuanto desees obtengas. Si la intolerancia altera tus nervios, ten calma y recapacita que sería de un mundo si todos actuáramos y pensáramos igual, la amargura invadiría  nuestras vidas, las relaciones sociales acabarían, la sal que está en la diversidad se perdería, todo se tornaría simple y desabrido. El color perdería su máxima expresión. Por ultimo si el remordimiento te ataca repite: “Nada de lo que hice o deje de hacer puede lastimarme ahora, todas mis angustias las he colocado en las manos del señor quien con su gran amor aliviana mi carga”. Ya verás cómo tu pensamiento se ira fortaleciendo e ira alejando todo lo negativo. Importante: rodéate de personas alegres.


[1] S.S Juan Pablo II

Camino al Éxito ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora