Nacidos De Las Estrellas.

1

Azul caminaba a la par de muchas personas hacia la escuela. Su mochila hacia en su espalda, y sus manos estaban dentro de una gabardina gris que le llegaba a las rodillas con la que se sentía seguro.

Aquel era el primer día llendo a la escuela preparatoria, por lo tanto había sido una mañana un poco ajetriada para solo una persona, pero todo había valido la pena. Aunque seguía sintiéndose raro.
Sus ojos brillaban de la emoción, y miraban con admiración a todas los jóvenes que caminaban a su alrededor con una misma dirección. En lo absoluto se había sentido mal por estar solo y por ver a los demás acompañados por un sin fin de amigos. Él prefería estar así y poder apreciar todo y a todos.

Sus ojos iban de aquí para allá mirando y apreciando la belleza que había en cada diferencia entre aquellos que Iban. Unos tenían una piel tan blanca como la leche, y otros tan hermosamente oscura como la noche. Sus cabellos variaban, podían ser rubios o negros, pero se notaba que no habían sido alterados por algún tinte, bueno, en ese momento no parecían extravagantes, quién sabe antes o después, pero eso no importaba porque parecían ser los colores reales de sus cabellos. Sus cuerpo al igual eran diferentes eran altos o chaparros, menudos o delgados, con músculos o sin ellos. Todos tenían una belleza característica de ellos mismos, eran totalmente diferentes. Y eso le gustaba, porque parecían estar bien con ellos mismo, porque a pesar de sus prendas de ropa tampoco fueran tan extravagantes ni en sintonía con la moda, parecían estar felices y cómodos por estar así.
Y no era porque en Corea no haya personas distintas, la única diferencia es que él no había visto a tantas personas juntas en su alrededor al mismo tiempo, tan solo dos o tres, pero no solían agradarle del todo, y menos cuando solían gritarle por no haber hecho la tarea. esto se debía a que Azul jamás fue a la escuela como los demás chicos y realmente eso le dolía, pero ahora estaba en una y eso lo alentaba.

— ¿Acaso eres chino? — Preguntó de repente chico a sus aspaldas que lo sobresaltó.

Aquel pequeños chico, miraba con curiosidad al chico de cabello negro y piel tan lisa como la de un bebé. Pero parecía ser un tanto despistado el chico, porque no había notado que tenía puesto los audífonos.

— ¿Sí eres chino? —, seguía preguntando con incredulidad y asombro —, supongo que lo eres porque no respondes mis preguntas y tu silencio para mí es un sí.

Azul previamente se había puesto los audífonos antes de salir de casa, y a pesar de que no estaba corriendo ninguna canción en su celular, siempre había pensado que le servirían para evitar a la gente aunque nunca lo había puesto en práctica. Y ahora notaba que no servían.
Era obvio que había escuchado las preguntas del chico detrás de él, pero odiaba que le preguntarán cosas tan tontas como esas. Azul parecía ser un chico lindo y amable, pero había entendido que no siempre debía de ser así.

Al entrar a las instalaciones de la escuela, los jóvenes se habían hecho muchos más y no le cabía en la cabeza que tenía la oportunidad de apreciar a más gente y se estaba volviendo loco, pero no era el momento para sentirse nervioso, no quería ser el mismo chico temerosos de antes.  A pesar de que estuviera  un tanto temeroso y emocionado solo miró hacia enfrente e ignoró a todos. Luego tendría la oportunida de mirarlos de la misma manera en la que uno que otro le hechaba un ojo a su persona conforme caminaba.

Azul era el chico nuevo en el instituto, y sus rasgos asiáticos no le habían ayudado a despistar que era nuevo, pero sin duda se sentía especial en que alguien se diera cuenta de su presencia, aunque no esperaba tanta atención en él, y menos proviniendo de una sola persona.
Ya hace unos minutos que había sentido la presencia del chico a su lado, pero la pregunta que le había hecho, era la misma que todo mundo preguntaría. Así que mejor lo había ignorado hasta ahora.