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Había terminado la segunda hora de clases y salimos a receso junta a mis amigas, pero no contaba con que Austin seguiría allí. Me acerqué a él esta vez más preocupada por lo mucho que se estaba arriesgando, mi padre era capaz de matarlo si lo veía junto a mí –Austin, ya te dije... no puedes estar acá. ¿Cuánto tiempo llevas? – pregunté con un tanto de nerviosismo, porque en realidad temía que alguien nos encontrara así y le dijera a mi padre.  –No te preocupes, llegué hace minutos, estaba terminando de vender lo que quedaba en la carreta. Hoy me fue bastante bien. – sonreí, pues me encantaba verlo feliz ya que sabía lo sacrificado que era para su corta edad y me parecía lo más tierno, todo estaba perfectamente bien hasta que llegó Normani a mi lado viéndonos con una de sus perfectas cejas enarcadas pidiéndome serias explicaciones con su mirada. – ¿y tú, Camila?, ¿me podrías decir qué haces aquí? – habló viéndome con su típica mirada que me hacía saber que algo estaba haciendo mal o que algo no le parecía –No te preocupes, es joven solo estaba preguntándome unas cosas. – hablé de inmediato intentando evadir las amenazas y ofensas de Normani hacia Austin –Camila, Te recuerdo, que el "joven" es el hijo de mi empleada. – habló haciendo comillas con sus dedos y usando un tono que no me gustaba para nada. – ya, volaste de acá si no quieres que le cuente a tu madre en qué andas. – aplaudió con sus manos como lo hacían sus padres cada vez que mandaba a la madre de Austin a hacer alguna cosa – Normani Montero, siempre tan digna usted. – contestó Austin sacándose el pequeño pedacito de paja que traía en su boca, hablando con un sarcasmo evidente – Señorita Normani para ti, atorrante.– No sabía qué hacer para ponerle stop a lo que estaba sucediendo, además sabía muy bien que Normani era capaz de decirle todo a mi padre o a su madre y ella obviamente le diría a mi familia. –Normani, vamos, se nos hace tarde. Hasta luego joven. – Austin se despidió amablemente de mí y Normani me siguió mientras comenzábamos a caminar discutiendo sobre lo ocurrido, yo intentaba hacerle entender que todo somos iguales, pero no servía de nada ya que ella no entendía, lamentablemente.

Narra Lauren

Me encontraba en la iglesia que a partir de hoy se convertiría en mi casa, estaba ordenando mis pertenencias hasta que la voz de Guillermina, la directora del colegio de señoritas interrumpió lo que hacía entrando a mi habitación sin siquiera pedir permiso. –Es usted una mujer muy joven para estar en esto, ¿podría saber su edad? – dijo sacándome de mis pensamientos y agarré algunas cosas para dejarlas en un pequeño escritorio – tengo treinta y tres años, señora. – respondí deseando que ella se marchara luego, no quería ser una mujer grosera, pero no estaría mal tocar la puerta. – treinta y tres... como la edad de Cristo. – simplemente asentí con mi cabeza – Sí, podría apostar a que esperaba a alguien mayor, pero no se preocupe, estoy acostumbrada. – hablé calmada y tomé ropa para meterla al closet doblándola perfectamente ya que me encantaba tener orden en mis cosas y ella miraba muy atenta todo lo que hacía. – claro que no, no lo esperaba. No se preocupe, aquí lo único que importa es el bien de la comunidad. La gente ansía conocerla, comenzando por la familia Quiroga. Me pidieron que le informara que está invitada a almorzar en su casa hoy. – eso llamó mi atención, había oído hablar acerca de la familia Quiroga antes de llegar al pueblo, tenía entendido que era una familia algo difícil. – ¿familia Quiroga? Me imagino que ellos tienen algo que ver con los almacenes de la plaza. – Guillermina de inmediato contestó a mi pregunta dejándome en claro que ellos eran los dueños de los almacenes y no solo de los almacenes, si no que de la mitad de Villa Ruiseñor. Esa información me dejó algo pensante, pero de todas formas iría.

En la casa de los Quiroga.

– yo no lo invité.– exclamó Alejandro tras sacar su cigarro de su boca al oír la noticia haciendo notar su molestia. Se encontraba la mayor de sus hijas, Keana intentando haciéndole entender que ya no podían cancelar la invitación y sería una buena instancia para conocer a la madre Jauregui que ya se encontraba en la casa de la familia.

Perdona Nuestros Pecados (Camren g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora