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El día anterior había sido algo estresante y temía que este nuevo día fuese igual aunque de todas formas lo más obvio era que fuese así ya que la vida en un pueblo tan pequeño siempre es exactamente igual, es monótono.
Iba caminando hacia el colegio de señoritas sumida en mis pensamientos hasta que me encontraba a algunos metro de la entrada y pude ver a la madre Lauren parada en la puerta recibiendo a las alumnas, paré en seco al momento de verla. Esperé a que sonara la campana y cuando finalmente sucedió pasaron unos minutos y se cerraron las puertas del colegio y Jauregui comenzó a caminar a la iglesia, corrí rápidamente tras ella y al llegar a su lado toqué su hombro y ella giró a verme con sus enormes ojos verdes.– Madre Jauregui... que alivio encontrarla. Tengo que confesarme. – Ella simplemente me miró y sonrió, me guió hacia la iglesia y caminos hasta un pequeño habitáculo aislado el cual era llamado "confesonario", ella entró y yo me arrodillé lista para comenzar mi confesión.– He cometido acciones impuras... –murmuré sabiendo que ella me estaba oyendo, segundos después ella habló.– ¿de palabra, de pensamientos, obras... – no le dejé terminar y rápidamente respondí diciéndole que eran obras, ella soltó un suspiro y luego dijo – ¿fue con ese joven?, ¿con el que la encontré en el camino? Camila... ¿sus padres saben de esta relación? – ella preguntó con un tono de seriedad y preocupación a la vez en su voz que no había oído hasta ahora. – No, no... ellos no lo saben madre... y no pueden saberlo jamás. – respondí y claramente preguntó el por qué – porque Austin es un simple empleado, por eso no lo pueden saber, mi papá nunca lo aceptaría en la familia.–

Horas después.

– Camila... cuéntame cómo te fue en tu confesión con la madre Jauregui.– preguntó mi mejor amiga Ally mientras estábamos en nuestra clase de costura. – me fue de maravilla, la madre Jauregui me hizo sentir muy bien.– respondí en un murmuro y luego oír la risa de mi otra mejor amiga, Normani la cual habló.– era que no, con esa pinta. – giré rápidamente a verla y la fulminé con la mirada.– Normani no es solo la pinta, es su forma de ser que tiene. Es... es su forma de hablar y de escuchar, ¿por qué te ríes? – mi amiga iba a contestar, pero entro la señorita Guillermina, directora del colegio y nos llamó la atención a todas, rápidamente nos pusimos de pie para saludarla y luego nos hizo tomar asiento, detrás de ella entró la madre Jauregui pidiendo disculpas por la intervención en la clase y dio aviso de que pasaba por cada aula para que las alumnas que no la conocieran tuviesen la oportunidad de hacerlo. Ella nos dio las buenas tardes y todas respondimos al unísono. La directora Guillermina comenzó a hablar y luego fue interrumpida por Jauregui la cual se ganó una mala mirada de parte de la señora.- bien señoritas, me imagino que el padre Velizario tenía su manera de hacer las cosas y yo tengo la mía. Como todas ya saben mi nombre es Lauren Jauregui, cuando era pequeña mi madre me llamaba "Lolo o Laur".– Aquello nos hizo reír a todas dentro del aula y ella también río para luego continuar – Así que si gustan pueden llamarme madre Laur, ya que Lolo es un poco más informal. Soy la nueva párroca de Villa Ruiseñor así que nos estaremos viendo bien seguido. El evangelio dice que Jesús vino a este mundo a dar la buena nueva a los pobres y nosotros debemos hacer lo mismo, por eso quiero formar un grupo de voluntarias que vayan conmigo dos veces por semana a trabajar con los que más lo necesitan. ¿Quién se ofrece? – Esa era mi oportunidad, nadie alzaba la mano hasta que yo la alcé como primera y no tardaron nada las demás en imitar la acción. La madre Lauren dio las gracias y nos hizo saber lo bien que se sentía de poder contar con nosotras.

Media hora más tarde me encontraba frente a la puerta de donde se alojaba la madre Jauregui y con nervios toqué a la puerta y tras unos minutos ella se asomó por esta y con una sonrisa la abrió dejándome pasar.– madre Jauregui... disculpe la molestia, yo solo venía a darle las gracias.– y ella me sonrió mientras daba vueltas en la habitación moviendo cosas.– Gracias a usted señorita Camila, por unirse al grupo de las voluntarias y por ser la primera. – se volteó y le seguí ya que aún tenía cosas para decir.– y bueno madre... quiero decirle que yo también pienso así, todos somos iguales y me da mucha rabia y pena ver los prejuiciosas y crueles que pueden llegar a ser unas personas porque se sienten con más derecho porque tienen dinero... un apellido y yo pienso que no está bien, eso no corresponde.– hablé con algo de rapidez producto de mi nerviosismo y al parecer ella lo notó por la gran sonrisa que se adueñaba de su rostro.– pues me alegra mucho que piense así. – habló y yo asentí quedándome en silencio unos segundos que se hicieron infinitos.– yo no sé que me hizo, pero me siento mejor después de haberme confesado con usted. – Ella esta vez se encontraba seria y tomó mi rostro entre sus manos y habló.– esa no fui yo, ese fue el señor. Él alivió sus pecados y por mí no se preocupe, nadie se enterará de lo que vi en el camino. – dijo y una sonrisa se dibujó en su rostro algo contagiosa ya que me hizo sonreír, asentí y luego le di las gracias, gracias infinitas que en mi mente eran más por haber llegado al pueblo a comenzar a cambiar todo.

Perdona Nuestros Pecados (Camren g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora