Los días han pasado algo lentos, hoy ya es viernes por la tarde, acabo de llegar a mi casa. No tengo apetito de nueva cuenta. Hoy me dieron los datos del chico nuevo, su nombre es, Colton Miller viene de Brooklyn, Nueva York y tiene dieciocho años. En fin eso no importa realmente.
Mamá me ha llamado tres veces para que valla a comer, pero prefiero quedarme tumbada en la cama hecha un ovito cubierta por una ligera manta morada, viendo hacia la ventana con las cortinas semi recorridas, mientras se azota por los vientos del mes de octubre. Hay un poco de nubes y no dudo que en un rato empiece a llover.
-¡ASHLEY GREY! Por milésima vez, ven a comer -grito de nueva cuenta mi madre.
-¡No tengo hambre mamá! -estoy tan cansada que no se ni de donde saque las fuerzas para responderle.
-Hija -mamá entro a la habitación, lo supe por que vi su reflejo en la ventana, estaba parada en el umbral de la puerta con un vestido azul, y su cabello recogido en una coleta con unos cuantos cabellos salidos, aun así es hermosa-. Me estas preocupando -hablo de nueva cuenta.
-Solo no tengo hambre -me gire en la cama para poder verla bien-. Estoy cansada. De verdad.
-Bien -sonrió y se acerco para besar mi frente-. Descansa entonces hija.
Asentí y salio de la habitación. Me quede viendo hacia la ventana imaginando como sería el día en que Carolyne y yo abriéramos nuestra galería de fotografía y pintura. Como sería mi vida dentro de unos años, como serían Rosse y Sam a mi edad. Como se seguirían amando mis padres hasta entonces. ¿Algún día encontrare a alguien con quien compartir mi vida? No se si encuentre esa clase de amor verdadero, alguien de quien me enamore y jamás quiera dejar de ser suya.
Aunque no lo platique mucho con mi madre o con Carolyne y mucho menos con Ruth, sueño con el día en que me case, el día en que quiera dejar esta vida a lado de esa persona especial. Aunque a los catorce años tuve un novio que me lastimo mucho y jure no pensar en esas cosas jamás, ya han pasado cuatro años y ahora estoy en busca de algo mejor. El definitivo cansancio llego, cerré mis ojos viendo el horizonte por la ventana y caí en profundo sueño.
* * *
-Ashley -dijo Rosse moviéndome para que despertara.
-Hola, Rosse -dije al abrir los ojos.
-Ya es hora -dijo riendo-. Cámbiate que ya nos tenemos que ir.
Salio corriendo del cuarto y me levante. Me puse una blusa morada y unos jeans de mezclilla azulada. Me hice una coleta con una mascada morada que tenía un estampado de alegres cerecitas. Me coloque mis viejas zapatillas converse negras, tome mi chaqueta a juego con los jeans, mi mochila y salimos de casa para hacer la rutina diaria de inicio de semana.
Di vuelta en la esquina de siempre y entre al campus entre toda la multitud como de costumbre. Esta vez en vez de ir a clase de Biología, tengo que ir a dirección con la señorita Evans.
Camine hacia la dirección donde vi a la señorita Evans haciéndome una seña con la mano. Vi a Ruth caminando por el patio a toda prisa para ir a abrir la biblioteca. A lo lejos vi caminando a Natalia con Alexa y Daniela, y cuando voltee para atrás vi a Carolyne con Richard, Carolyne se acerco rápido hacia mi y camino conmigo.
-Hola -dijo sonriente, amaba ver sonreír a mi mejor amiga.
-Hola.
-¿A dónde vas, Ashley?
-A recibir al chico nuevo.
-Oh es cierto, bueno entonces te dejo, nos vemos guapa.
Se alejo y tomo la mano de Richard para ir caminando al patio. Llegue hasta donde la señorita Evans y me dio una sonrisa de cortesía que le devolví. Me hizo una seña para que me sentara en la sala de espera y ella se quedo parada en la puerta. Sonó el timbre y después de unos minutos los patios estaban vacíos.
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Si me Regresas el privilegio de ser tuya
PoetrySi me regresas el privilegio de ser tuya es una Historia de amor y pasión juvenil