Cap 3ero||Bar De Sentimientos

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Leen guió al antiguo herido hasta la arena B, idéntica a la A, donde se desarrollaría la siguiente pelea del examen de ingreso.
Por lo visto el resto de alumnos se encontraba viendo a sus compañeros de clase, incluso los heridos por la anterior lucha. Hugh se percató extrañamente de la presencia de Iván y Franco. Pero no había tiempo de reencuentros, el examen empezaba.
En una esquina se encontraba un chico rubio de celestes ojos, a su lado otro casi idéntico, sólo que bastante más alto.
—Henrich Reutemann. —Presentó al chico bajo. —Celibato, el mandamiento del metal. Habilidad especial "Heavy metal".
De repente la piel del joven se volvió ferrosa y de grisáceos tonos. El público se sorprendió ante tal habilidad.
—Matteo Moine. —Esta vez hablaba referente al muchacho alto y delgado. —Fe, el mandamiento de la luz. Habilidad especial "Laser Tag".
Esa habilidad sonaba bastante potente, podrían ser un dúo imparable.
Desde la otra esquina de la cancha de luchas, una joven de castaños cabellos fijaba sus ojos cafés en el enemigo. Mientras que un joven de una tez más morena y cabellos oscuros se estiraba.
—Jean Beamont. —la chica volteó. —Fe, el mandamiento de la luz. Habilidad especial "Creation".
Volvía a tratarse de un enfrentamiento de mandamientos del mismo tipo, esto estaría peleado.
—Santiago Bolson—El chico se tronó los dedos con la palma, formando un puño. —Piedad, mandamiento de la oscuridad. Poder especial "Dusk Claw".
Por sobre la mano del joven, una oscura tiniebla se convertía en horribles garras negras como el ocaso y duras como el acero.
Un pitido dio inicio a la batalla.
Santiago salto sobre Henrich con todas sus fuerzas, pero sus garras solo resbalaron por la acerosa piel del muchacho. Un ruido metálico ensordeció a toda la sala.
Del otro lado del conflicto, Matteo posicionó sus dedos en forma de arma de fuego y lanzó un láser hacia Jean. Pero justo a último momento los fotones de luz se solidificaron y una barrera no dejó pasar el láser.
Todos se asombraron con las cuatro habilidades. Pero solo un equipo se alzará ganador.
Santiago intentaba con todas sus fuerzas penetrar el potente acero que cubría la piel de Henrich, pero este aprovechó el momento y golpeó con sus pesadas manos la cara de su rival. Santiago cayó al piso noqueado de un solo golpe fulminante.
Por desgracia, Jean solo podría defender. Sus habilidades no eran natas para el ataque. Los láseres rajaban el escudo lumínico y a esto se le sumaba la baja de Santiago.
A los pocos disparos, su escudo se rompió. Un rayo del láser de Matteo impacto en su hombro que empezó a sangrar.
Otro fuerte impacto fue a su barriga, dejándola en el piso, profanó un grito de dolor.
Esta no podía continuar luchando, el árbitro cantó victoria del otro equipo.
Los muchachos se quedaron un tiempo hasta que todo el grupo logró salir de enfermería, ambos miembros del equipo perdedor salieron en unos pocos minutos.
— ¿Quieren ir a la cafetería?—Preguntó Hugh con ánimos de unir el grupo.
— ¡Claro!—Gritó Jean emocionada por la idea.
Fran, y Matteo también aceptaron con una sonrisa en la boca. El plan de Hugh funcionaba.
—Ni cuentes que saldré con perdedores. —Dijo Iván con una mirada terca.
—No seas así. —Dijo Jean tapando su cara ruborizada mientras cruzaba los brazos.
—Débil perdedora—Dijo con desprecio Iván saliendo del recinto. Santiago hizo una mueca y se dignó en retirarse con él.
Luego de eso le preguntaron a Henrich y este acepto encantado.
Pero Leen se negó, se excusó en tener otros planes. Pero todos sabían que no le gustaba la compañía.
El grupo camino hasta el Café Caracs, uno de los más prestigiosos de la ciudad.
—No entiendo cómo pueden darnos tanto dinero por asistir a esa escuela—Dijo Hugh sorprendió de los precios del local.
—Disfrútalo. —Dijo Matteo riendo.
El grupo se sentó cómodamente en una mesa a disfrutar de un delicioso café. El calor que emanaba de este les trajo recuerdos de épocas más sencillas, cuando no era nadie en el mundo. El amargo sabor los trajo de vuelta a la realidad, con un increíble pesar sobre sus cuerpos, ser la esperanza de la humanidad no era tarea sencilla. Esos momentos con amigos se atesorarían por siempre en sus mentes.
—Bueno—Dijo Hugh intentando iniciar la conversación. —Cuéntenme un poco de sus vidas.
Su sonrisa mostraba un gran intento de su parte por forjar una amistad. No era la persona más sociable.
—Yo soy de Mount Vern. —Dijo Jean sonriéndole un poco. —más al sur de aquí.
—Yo vivo muy cerca. —Dijo encantado Franco. —En Lioness.
—Yo vivo en la misma ciudad. —Acotó Matteo dando un sorbo de su taza.—Debimos habernos cruzado, Franco.
—Llámame Fran—comentó este correo un poco de timidez, pero su paisano lo miro sonriendo.
—Otros venimos de Germoin—El tono de voz de Henrich fue un poco frío. —Purt Berland para ser exactos.
—Siempre quise conocer la gran bahía de Berland. —Hugh sonó un poco tímido.
—Cuenta de ti—Le pidieron al unísono a Hugh.
—Nací en la capital, crecí en la capital y vivo en la capital—Hugh se tapaba la cara de vergüenza, no estaba acostumbrado a tener tantos compañeros.
"Deben pensar que soy un fracasado" eso resonaba en su mente "No pude vencer a nadie y soy otra rata de la capital."
Las lágrimas de Hugh eran pequeñas y se ocultaban en sus palmas, pero su inseguridad lo superaba.
— ¿Estas bien?—Preguntó con miedo Jean.
—Déjame. —Dijo Hugh saliendo del local corriendo.
Una vez fuera de este, sus lágrimas empezaron a correr por toda su cara.
— ¿Qué está pasando?—Dijo con un tono suave Jean luego de sentar se a su lado y tomar su mano.
—Es solo un maldito ataque de ansiedad. —Maldijo Hugh. —No puedo controlarlo, tantas cosas pueden pasar, es muy complicado.
—Deja, Yo te ayudo. —Dijo Jean mientras lo miraba de frente y ponía su cara junto a la de él. —Para algo están los amigos.

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