❝ OO5 ❞

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  Kim Jimin suspiró, observando tristemente el gran despacho de su padre. Recorrió lentamente la superficie de madera, sintiendo un desagradable e insistente escozor en sus lindos ojos marrones.

  Sintió como grandes lágrimas recorrían sus mejillas cual viajeros sin rumbo, yendo a parar a la elegante alfombra. No hizo amago de secarlas, es más, se sintió liberado al sentirlas correr al fin.

  A sus veintitrés años, era un chico atractivo e inteligente. Se caracterizaba por su alegría y vitalidad, la cual había sacado de su padre, Hoseok. Las lágrimas se acumularon aún más en sus ojos al pensar en su padre. Ver a Hoseok llorar... Dios, había sido tan duro para él. Había sido duro para ambos, estas últimas semanas habían sido infernales.

  Enterarse que Kim Seokjin estaba en un coma indefinido había sido algo que los había destruido a ambos.

  Su padre había tenido un accidente automovilístico grave hacía ya un mes y unas cuantas semanas, sufriendo graves lesiones en todo su cuerpo, pero tristemente, el área más afectada había sido su cabeza. A pesar de haber sido llevado inmediatamente al mejor hospital de Seúl, no había sido posible retroceder el daño generado, y bajo la advertencia de los médicos, habían inducido el coma al azabache.

  Quién diría que luego, y debido al daño severo en su cuerpo, los esfuerzos de sacarlo del coma habían resultado infructuosos. Seokjin había caído en coma indefinido, siendo rápidamente conectado a una máquina que se encargaba de mantener su cuerpo funcionando en caso de que despertara en algún momento.

  Hoseok había llorado tanto... Lo peor de todo, es que no tenían ninguna pista de cuando el mayor despertaría. Podía ser hoy, mañana, dentro de meses o incluso años. O tal vez, nunca despertase.

  Jimin sintió como su corazón se estrujaba al pensar en la posibilidad de no ver nunca más la sonrisa de su padre, no poder oír sus chistes sin gracia o ver cómo sus padres se abrazaban amorosamente frente a la chimenea. «Debo tener fe...»

  El joven se acercó al escritorio, para sentarse en el. Observó con tristeza las fotos familiares que reposaban sobre este, destacándose una de él cuando era tan solo un bebé y otra donde salían él y Hoseok riendo. Mordisqueó su labio, el llanto luchando nuevamente por escapar, y observó en silencio los cajones.

  Sin pensarlo mucho, y siguiendo sus instintos, Jimin comenzó a registrar los cajones, encontrando artículos de oficina, un paquete de chicles y varios libros de valores poco interesantes. Observó la segunda cajonera, y se sorprendió al ver que estaba con seguro. Comenzó a buscar con la mirada, sospechando que la llave estaba en la oficina, y sonrió al ver una gran y verdosa planta de interior en una de la esquinas. Caminó con paso resuelto hacia ella, y sin dudarlo la levantó, encontrando una simple y pequeña llave. Sonrió con pena, pensando en lo típico y predecible del escondite de su padre, y volvió a tomar asiento frente al escritorio.

  Sonrió al ver que la llave era correspondiente, y su entrecejo se frunció al ver una simple y abultada carpeta llena de papeles. ¿Por qué la tenía bajo llave? Solo era una carpeta con simples papeles... ¿No? Sus dedos cosquillearon debido a la curiosidad, y tomó lentamente la carpeta del fondo del cajón, para luego cerrarlo y dejar el folio frente a él.

  Lo abrió esperanzado, pero para su profunda decepción, sólo eran registros de depósitos. Habían cientos. El pelinegro hojeó descuidadamente, levemente decepcionado, hasta que se dio cuenta de un detalle un tanto extraño. Todos los depósitos habían sido realizados al mismo número de cuenta, y el monto no era para nada despreciable. ¿Porqué su padre le depositaba tal suma de dinero todos los meses a alguien, y quién era esa persona? Jimin tamborileó sus dedos, sintiéndose inquieto de pronto.

he ;; 2seok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora