Cap. 13.- Caliente

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Narra Agoney:

Me desvelé. Eran aproximadamente las 4 de la mañana, mi mente me reclamaba que mis ojos se abrieran y mi garganta buscaba algo de agua por lo seca que estaba.

Bajé de mi cama, dándome cuenta de que no había ningún rubio en ella, ni en la cama de abajo, algo que me extrañó. Salí de la habitación y fui a la cocina a saciar la sed que tenía.

-¿Qué haces despierto? - me preguntó una voz que supe reconocer al instante, la leona. Estaba sentada en una de las sillas, con los codos apoyados en la mesa, sosteniendo una taza (probablemente con alguna infusión) entre sus manos.

-Pues beber agua. - le susurré con una sonrisa.

-¿Estas bien, Ago? - me preguntó en un tono maternal.

-Ahora mismo sí, Miri. Gracias por preocuparte. - le respondí despreocupado, y es que era la verdad, ahora mismo estaba bien.

Cogí asiento justo enfrente de ella para poder continuar la conversación con mayor comodidad.

-¿Y tú?. - apoyó su taza en la mesa y cruzó sus brazos, echándome una mirada directa.

-Ahí voy, tengo mis bajones, tengo mis subidas, pero como todos, ¿no? .- sus ojos mostraban indiferencia, o eso aparentaban, pero yo sabía que detrás de esos "bajones" había algo más.

-Miriam...- la nombré en tono acusador.

-¿Qué? Si es la verdad. - me dijo como auto-defensa.

-Sabes que no es así, y puedes contar conmigo para lo que haga falta. - estiré mi brazo, para juntar su mano con la mía en señal de apoyo.

-¿Te lo puedo contar mañana?. - le eché una mirada asesina, que ella indentifico al instante, por lo que salió en su propia defensa. - Es que tengo un sueño que me muero, enserio.

-Haré como que te creo. - le repliqué. - Tira a domir, muchacha.

Miriam, muy obediente, dejó su taza en el fregadero y salió tan rápido cómo Flash hacia la habitación.

Me acabé mi vaso de agua, y algo me vino a la mente : Raoul.

Fui en su busca, no estaba en la sala de interpretación, por lo que me encaminé a la del piano.

-¿Me buscabas, Agonías? .- su voz sonó a mis espaldas, por lo que me giré para encararle.

-¿Qué haces despierto, rubio?. - le cuestioné mientras me acercaba a la puerta de la sala de los repasos de galas, clases de Capde y clases de Chris.

-Eso te lo debería preguntar yo a ti, ¿no crees? .- se separó del marco de la puerta de cristal, en el que se encontraba apoyado anteriormente, y empezó a caminar en mi dirección.

-Pues no. - paré en seco, por lo que él dió un último paso para quedarse a unos 20 cm de distancia de mi. - ¿Me vas a responder?

-Que desesperado eres, cabrón. - dió un último paso al frente, acortando la distancia que nos separaba a la mitad de lo que estaba anteriormente. - Sólo estaba ensayando.

-Mira, rubiales, quizás a Alfred o Aitana les puedes mentir, pero conmigo lo tienes muy jodido. - posé mi mano en su rostro, masajeando sus mejillas. - Es que eres imbécil, mira que intentar ocultarme las cosas a mí. - carcajeé.

-Realmente no es nada malo. - se explicó.

-Pues con más razón me lo deberías contar sin problema, mi niño. - le informé.

-Es que tengo miedo. - dirigió sus ojos a los míos. -Miedo de que me nominen el lunes, de que todo esto se acabe aquí, de no verte hasta dentro de mucho tiempo, porque te quedarás hasta la final de seguro, vamos. Tengo miedo de haberme enamorado tanto de ti que no puedo pasar ni un solo día sin besarte. - bajó su mirada unos instantes, volviéndola a conectar con la mía unos segundos después. - Puto imbécil, me tienes encoñadísimo.- me replicó.

No saben nada de nosotros { Ragoney }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora