Narra Agoney:
Nuevo martes, nueva semana y nueva canción.
Una vez finalizado el repaso de gala fuimos al comedor, a la rutina de cada martes: la espera eterna para saber si te iban a nominar la siguiente semana o si te iba a costar la vida sacar la canción, o todo lo contrario, practicar tu canción que o te gustaba muchísimo o querías mandarlo todo a la mierda, cena y a la camita.
Mientras mis compañeros hacían cosas bastante triviales, como jugar, dibujar o hacer el gilipollas (cosa que se nos da bastante bien a todos) me fui a la habitación, estaba inspirado, quería y necesitaba componer.
Una vez mi cuerpo se adentró en aquel cuarto de 16 camas mis ojos miraron a todos los rincones de la habitación, por si alguien dormitaba o vagaba por ella, pero estaba completamente vacía, por lo que fui hacia mi cama sin ningún tipo de impedimento ni comentario por parte de nadie.
Me subí a la cama de arriba de aquella litera que tantos secretos aguardaba, entre ellos mi relación con Raoul, el puto rubio de metro sesenta y cinco que recorría la academia o con una sonrisa más grande que mi vida entera o con una cara de póker importante, no había punto intermedio, y ese era parte de su encanto, lo expresivo y único que era.
Mi relación con él me inspiró para componer una canción, una balada que yo no cantaría, pero que en su voz rasgada quedaría cual pájaro libre en el campo, maravilloso.
Alguien interrumpió mis pensamientos, una cabeza rubia, de melena larga, apareció por la puerta haciéndome desaparecer aquellas palabras que tenía pensadas para añadirle a mi composición.
-¡Ago!. - gritó, eufórica. - ¿por qué estás aquí tan solo? .- en un milisegundo ya se encontraba sentada a mi lado, con una mirada examinadora sobre mi rostro.
-Sólo quería componer, chiquitina.- le aclaré, acariciando su pelo.
-¿Puedo verlo?. - me preguntó, señalando aquella libreta que tantas cosas escondía.
-Pues claro. - Le extendí la libreta, abierta por la página en la que había escrito las últimas letras que se me habían ocurrido para las líricas de aquella canción, completando así tres cuartos de la letra.
Nerea empezó a leer aquello con detenimiento, analizando cada palabra y frase que se encontraban allí escritas. Expresaba todo lo que le parecía con su rostro, caras de sorpresa, tiernas, cómplices...
-Joder, Agoney, esto es precioso. - Nerea tenía la voz algo quebrada.
-Tampoco es para tanto. - le dije, restándole importancia para darle la que realmente tenía.
- ¿Piensas enseñárselo?. - me miró atenta, esperando escuchar lo que quería.
-Pues no sé que decirte, no es nada del otro mundo, ni siquiera es bonita ni está a nivel de nada y...
-¿Puedes dejar de infravalorar esta obra maestra, por favor?.- me cuestionó, haciendo un gesto insinuando que lo que había dicho le había dolido.
-¿Obra maestra? Pero Nerea por favor. - me reí. - ¿tú la has leído bien?
-Y tan bien que es una obra maestra y punto, señor Hernández. - me recriminó.
-Bueno, vale, me rindo. - le contesté, levantando las manos.
-Volviendo a lo de antes, se lo vas a enseñar, ¿no? .- la pregunta cada vez se me hacía más pesada, a Nerea no me importaba enseñárselo, pero a Raoul me daba vergüenza, más de la que nadie pudiera imaginar. Habían sentimientos ahí escritos que ni él mismo sabía que yo tenía, y me daba cosa exponérselos, no porque no confíe en él, sino porque al ser hacia Raoul, todo lo que sentía y quería de él, me sentía estúpido por si él no sentía lo mismo que yo, al menos no con la misma intensidad.
ESTÁS LEYENDO
No saben nada de nosotros { Ragoney }
AléatoireUna historia transcurrida en OT2017 y post-OT, ¿sus protagonistas? Raoul Vázquez y Agoney Hernández, aparentemente se llevan mal, al menos a principio de concurso. En la actualidad se llevan demasiado bien , tanto que, por alguna razón que desconoce...