IV

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N

Cuando llegué a esa gran cancha con un pasto perfectamente...verde, quedé fascinada. Todo era muy bello y este era el lugar con arcos de fútbol más hermosos que había visto, pues estaban bien cuidados y eran del tamaño adecuado.

Me acerqué a él entrenador, que supuse que era el ya que era el único ahí además de las porristas que sinceramente no les encontraba la gracia.

-Bueno días- hice una reverencia- Mi nombre es Im Nayeon y vengo a probarme para entrar en el equipo de fútbol.

Aquel hombre me miró con desprecio de arriba a abajo, lo que me hizo sentir incómoda e insegura. Al terminar de escanearme por encima, soltó una risa ahogada para luego explotar en carcajadas, lo que las porristas que no se encontraban más de 10 metros de nosotros, continuaron.

-¿Tú quieres probarte para el equipo? Niña... Te harán pedazos.

-Es un deporte que me gusta y estoy dispuesta a afrontar las consecuencias que pueda traer- exclamé lo más formal que pude.

-Este es un deporte para chicos... Pero nos faltan porristas, ¿Porqué no te unes a ellas? Jisoo es una líder de maravillas, Sana una gimnasta estupenda y no podemos olvidarnos de Momo... Una excelente bailarina.

Miré de reojo a las chicas recién nombradas pero no me sorprendieron en lo absoluto.

-No, yo he decidido que quiero ingresar en el equipo y permítame decirle que los deportes no tienen sexo definido, por lo que le demostraré que una mujer puede hacer lo mismo que los hombres o incluso mejor.

-Inténtalo, verás como fracasas contra el peor de nuestra liga, señorita deportista.

Dejé mi bolso en el suelo y me paré frente a un balón que estaba a unos metros del arco mientras otro chico se ponía de arquero.

El hombre me miró entretenido y espero mi error... Error que cometí.

Golpeé la pelota tratando de sorprender a los que me observaban, olvidando por completo las zapatillas que llevaba, no eran para nada adecuadas para el fútbol, haciendo que resbalara, raspandome las rodillas y parte del muslo.

En seguida comenzaron las carcajadas y cuando pude fijarme donde había terminado el balón fue una humillación tremenda. Estaba intacta en el punto que había comenzado.

Por la vergüenza y humillación sentí que las lágrimas iban a empezar a caer. No quería lucir como una llorona ridícula por lo que corrí en cualquier dirección y tapándome la cara pude ver que di a parar en un gimansio que se veía bastante mal cuidado, y pude suponer que no había nadie en el lugar.

Apenas entré me eché a llorar, no me gustaba llorar así, pero me sentía muy inútil después de mucha práctica y dedicación en esto. ¿Cómo se sentirían mis padres? Que tanto dinero gastaron en mis caprichos y clases.

Me sentía como una completa basura y al se nueva, estaba sola y lo único que quería era desaparecer.

sᴛᴜᴄᴋ ɪɴ ᴍʏ ʜᴇᴀᴅ • ᴍɪɴᴀʏᴇᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora