¿Me has olvidadado,Ana?

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Londres, 5 de septiembre de 1952

Querida Ana,

En el almacén en el que he trabajado de aprendiz todo este verano, están preparando el desfile de la nueva temporada. Aquí soy uno más. Nada de señorito Alberto, he vivido durante estos tres meses la vida que tú siempre has llevado en las galerías. Y gracias a eso me he acostumbrado a pensar en ti de otra manera, una manera que además, me duele menos... Ahora no sólo intento recordar tu cara. Ahora pienso en ti observándolo todo a través de tus ojos. La vida... a través de tu mirada, Ana.

¿Te acuerdas? Hace años, un día me dijiste "vas a tener que enseñarme tú". Y eso intento, aprender para luego poder compartirlo todo contigo. Así que me he hecho experto en moda, Ana, quién te lo iba a decir. De moda... y de todo lo que se pueda vender. Esto es otro mundo. Aquí no sólo puedes comprar ropa o perfumes, aquí lo puedes encontrar todo. ¡Coches! ¡Lavadoras! ¡Televisores! Esto es el futuro, todo el futuro, en un solo edificio. Ojalá estuvieras aquí para verlo.

No quiero olvidarte... Tampoco podría. Pero empiezo a sospechar que quizás tú... tú sí me has olvidado. Es extraño que en todo este tiempo no hayas intentado, de la manera que sea, ponerte en contacto conmigo. Si tú sintieras también lo que yo siento aquí solo, sin ti... esta pena, este vacío... harías todo lo posible para hacérmelo saber... ¿Me has olvidado, Ana? ¿Te han dicho algo malo de mí... te han hecho pensar que yo no quiero saber nada de ti?

No puedo olvidarte, Ana... pero a veces pienso que estaré mejor si algún día llego a lograrlo. Por favor, no dejes que eso ocurra .

Te quiero.

Alberto.

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