Era domingo

35 4 3
                                    

Era domingo y ella despertó perezosa a las diez de la mañana, encendió la cafetera y esperó a drogarse con el aroma del café mientras esperaba a que estuviese listo. Era domingo,  ella caminaba descalza por la recámara y no pretendía tender la cama, usaba su usual camisón largo y debajo sólo un fino encaje blanco de ropa interior.  Era domingo y salió al balcón con un soleado resplandor de 26°, se sentó en la butaca y bebió su café acompañado con churros de chocolate ¿y por qué no?  Se permitía comer lo que fuera, era domingo, pero en medio de su golosería un poco de relleno manchó la página del libro que en manos ya temprano tenía, déjame recordar el nombre que si mal no estoy era Cumbres Borrascosas, ¡pero que tonta! Se dijo así misma en voz alta, siempre terminaba manchando las páginas de sus libros mientras comía, si bien miras en su habitación y revisas uno a uno, encontrarás manchas de vino, café, mermelada o queso fundido. Era un desastre, ya lo sabemos;  con su cabello enmarañado y rostro sin lavar ya estaba comiendo y sus mejillas sucias de azúcar la delataban, con un libro en mano a las 10:13 de la mañana a la vista de todos sin importar que la viesen y el qué dijesen. Acomodó el puente de sus lentes, ése que siempre resbalan de su naríz, pasó el pulgar por la página 97, lo lamió y siguió sumida en aquella historia de amor de antaño.  Porque era mejor perderse en otras historias de amor que pasar su domingo pensando en él, aunque le fuese inútil en el intento.

Perfección DefectuosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora