¡Estúpido cielo!

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Usted no sabe las de veces que el cielo me ha reclamado su ausencia, le he contestado desprolija que no es de su incumbencia.

Que no sea ya tan entrometido y busque mortales menos miserables a quienes fastidiar con sus preguntas incoherentes, y que no me disculpe si le digo sandeces, es lo que se busca por fastidiar a una insolente.

Pasaba entonces aquél día con una maraña de compras por la estatal, recuerdo que había un hombre cuya corbata lila estaba anudada en su rodilla y yacía sentado sobre su sombrero en un charco, y pensé entonces ¡vaya borrachera se tuvo que haber llevado anoche! Y sonreí pensando que si  aquí la ebria no era yo; por estar llevando conversaciones con el cielo mientras cargaba las compras por las calles.

¡Estúpido cielo deja de hablarme mientras estoy en las calles, espera a que llegue a casa!  No seas tan desesperado. 

Espera cielo, antes de irte, si le ves dile que le extraño.

Ahora largo, que me han dado ganas de comprar  una pizza napolitana con té helado.

Perfección DefectuosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora