Caliente

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Al abrir la puerta la encontré a ella desnuda, en la cama. Tenía los ojos cerrados y su espalda arqueada, el silencio de la habitación era reemplazado por los suaves gemidos que salían de sus labios con su respiración entrecortada. Una de sus manos acariciaba con denuedo el pezón de su pecho, mientras la otra... ¡oh la otra mano! Estaba en su entre pierna haciendo maravillas en su intimidad. Ella no había notado mi presencia, y yo sólo podía sentir cómo la bestia despertaba en mi, así que en silencio desabroché mi pantalón y me acerqué a la cama.

— No te imaginas el delicioso espectáculo que me estás dando. ¿Pero no podías esperarme? Merezco una disculpa.

Abrió los ojos y me sonrió, sacó los dedos de su sexo y los introdujo en su boca, saboreándose, lamiendo ese manjar que yo deseaba probar.  Se arrodilló en la cama y me besó, su lengua sabia a ella, tenía en los labios su delicioso sabor.

Se separó un poco y susurró en mi boca — No me voy a disculpar por andar caliente las 24 horas del día de los 365 días del año. 

Perfección DefectuosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora