- Estás de broma. - Ben parecía estar genuinamente agitado y sus gestos contenían una ira difícil de describir. - No tienes suficiente con que seamos nosotros los que levantemos las piedras de tu idea megalomaniaca de la fuerza, ¿Ahora también tenemos que custodiar tu propia guardería, tío Luke?
- Maestro Skywalker, joven Benjamin. - Luke esperó con ansias a ver la mueca de disgusto de su sobrino adolescente antes de continuar. - Creí que tras todas tus rabietas habías dejado claro que ya eras un 《jedi de verdad》, ¿Cómo puedo demostrarte que eres digno de mi confianza de otra forma que no sea otorgándote tareas acordes a tu rango? - las palabras socarronas de Luke resonaron por toda la biblioteca.
- Cuidar. Cuidar a niños. - Miró a Luke a los ojos con una intensa mirada de odio.
- Entrenar a la futura generación de caballeros jedi que ayudará a restaurar la paz en la galaxia. - Luke creía en lo que estaba diciendo, pero no había duda de que, a su vez, disfrutaba dándole tareas a su sobrino con las que pudiera sosegar su ego.
Ben miró a Aaxia con desdén. Aquella niña no parecía haber manchando jamás ninguna de las elegantes túnicas que vestía. Tenía el porte de una diplomática, pero era incapaz de evitar el gemido fortuito y la congestión, fruto de haber pasado largas horas llorando. Aquél ser que a duras penas había comenzado a ser consciente estaba destruído, sólo y despojado de todo cuanto conocía, en medio de una biblioteca vacía, ante una leyenda a la que jamás podría asemejarse y la negativa impresión de uno de sus compañeros.
Ben no pudo evitar sentir lástima porque su tío la hubiese arrancado de los brazos de sus padres y la hubiera traído a los confines de la galaxia para reedificar una religión obsoleta. Tampoco pudo evitar verse a sí mismo en aquella misma posición... Pero desde aquello había pasado mucho tiempo y entre sus planes no cabía la opción de sentir compasión por un infante.
- Escucha, Benjamin. - La voz grave de Luke pretendía ser tranquilizadora. - Para ser jedi debes aprender a compartir los caminos de la fuerza. Haces bien en aprender de los errores de la historia, pero estás dejando atrás el presente y la importancia de tu formación para el futuro.
- Creo que he sobrepasado con creces los resultados de los demás alumnos en tus enseñanzas.... Maestro. - Ben no pudo evitar decir esta última palabra con desprecio. Luke era un jedi, el último jedi, toda una leyenda, y el mellizo de su adorada madre. Pero por ello no dejaba de pensar que todo aquello sobre lo que construía su poder estaba equivocado. - No entiendo por qué tengo que ocuparme de la formación de otro de tus discípulos. Y menos de uno tan... - Ben suspiró. - débil.
- ¿Qué te hace pensar que la joven es más débil que tú, joven Benjamin? - Las palabras de Luke volvieron a sonar distantes.
- Está claro que físicamente no está entrenada.
- Tú tampoco lo estabas a su edad.
Ben lanzó una mirada retadora.
- Y anímicamente está destrozada.
- ¿Acaso no lo estabas tú también?
Ben se quedó en silencio y apartó la mirada. Por primera vez se había quedado sin palabras.
Luke sabía que alejarlo de su madre había sido un error y que eso le había convertido en un joven solitario y taciturno, volcado en la lectura de antiguas historias que encargaba trimestralmente desde la biblioteca de la ciudad de Hanna en un formato claramente obsoleto. Era el único de sus primeros seis discípulos que daba uso a aquella estancia. Incluso en los días en los que programaba un entrenamiento más agotador, la luz no se apagaba hasta medianoche.
No había duda de que Ben era un chico inteligente, metódico y autodisciplinado, pero sus continuos arranques de ira y la búsqueda incansable de soledad estaban repercutiéndo en su carácter.
- Lo importante no es cómo esta niña sea ahora, sino lo que puede llegar a ser.
- Ya. - Ben se removió en su asiento con desasosiego mientras reparaba en las lecturas que debía concluír aquella misma noche. - ¿Por dónde tengo que empezar?
- Estaría bien que la tratases como a una persona y te presentaras. - Luke se recostó en su asiento y sonrió.
Ben observó a la niña directamente. En cuanto se sintió observada, Aaxia clavó su mirada en el suelo.
- Hola. - Resopló con desgana. - Soy Ben Solo. Sí. ESE Benjamin Solo. El hijo de los héroes de la republica y tal.
Ben parecía estar autocontestando a una pregunta que había sido recurrente a lo largo de sus 15 años de vida sin entender que, quizá, la niña no pudiera entender su cinismo.
- Soy Aaxia. - La niña observó el diseño irregular de los adoquines del suelo. - El maestro ya me advirtió de que tu comportamiento sería un tanto... - Frenó en seco y apretó los dientes. Esas palabras pretendían tranquilizar al joven, pero probablemente lo pusieran más colérico.
- Já. - Ben miró a su tío con desdén. - ¿Así es como pretendes que haga amigos?
Luke se levantó y puso rumbo a la salida.
- Céntrate en todo cuanto puedes enseñarle. - Se giró con cierto dramatismo. - Y no olvides todo cuanto ella puede enseñarte a ti. Te vendrá especialmente bien tenerla cerca.
- Ya. - Ben levantó una ceja con gesto de incredulidad. No podía concebir que una tierna niña de ciudad pudiera enseñarle nada a él, el más eminente de los aprendices de Luke.
Observó a Aaxia y ésta levantó la mirada del suelo para mirarle fijamente a los ojos. En ese momento supo a qué se refería su tío.
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El templo
FantasyLa historia de la formación y entrenamiento de Ben Solo y sus 11 compañeros en el templo jedi de Luke Skywalker a través de su relación con su joven pupila, Aaxia.