El costillar de Brot quedó toscamente dispensado en la gran bandeja de madera. Ben no comprendía el sentido de tener que cocinar por turnos, y mucho menos de tener que utilizar una tecnología tan rudimentaria. La simple adaptación de un sistema de biblioteca para tarjetas de datos o un droide cocinero les habría hecho la vida significativanente más sencilla.
Toda aquella austeridad le exasperaba, desde los libros de papel hasta la rugosidad de su túnica. Apenas les era permitido el uso de tecnología o locomoción: Ben llevaba más de dos semanas sin entrenar sus dotes de pilotaje y le preocupaba que se le olvidara todo cuanto su padre le había enseñado.
Con su habitual ritmo sombrío, llevó la bandeja a la mesa y se sentó al lado de su aprendiz.
- Deberías haberlo quemado un poco más, Solo. - Rió Kira. - Si es que tu intención era que nuestra cena pareciera un indictidíleo de Troiken.
El resto de la mesa rió, incluído Luke, que disfrutaba de un ambiente resuelto con sus padawans y aprendices.
- ¿Qué es un 《indudicatecrúleo》? - preguntó Aaxia a Ben con timidez.
- Una bestia compuesta de espinas tan alargadas como la nariz de Kira. O quizás menos. - Susurró a su inciada sin mirarla a los ojos.
Un gesto del aprendiz de Lorlei, Maar, alertó a Luke de una costumbre propia de Tatooine y la conversación derivó en un acopio de historias personales sobre sus planetas de origen.
- ¿Y tú de donde procedes, Aaxia? - inquirió Retchi.
Aaxia se había abstraído y distanciado de la charla hasta el punto de sentirse perdida. Le estaba costando masticar esas costillas chiclosas y habría odiado admitir que Kira tenía razón en sus comentarios incisivos hacia Ben.
- De Chandrila. Ciudad de Hanna. - musitó.
- Eso está claro, como todos. - Espetó Retchi con un reflejo de amabilidad en sus ojos. - Hablo del origen de tu procedencia. El planeta de tus padres.
- Oh, sí. Perdón. Gatalenta.
- Gran planeta. - Los ojos de Luke se iluminaron y dibujó una gran sonrisa. - Allí fue donde comencé a estudiar la historia de la orden y recabar datos y costumbres de nuestra filosofía. - Suspiró. - De allí han nacido grandes políticos, siempre admiraré la pureza de corazón de sus gentes y esa gran habilidad para aceptar el llanto como algo natural.
- Adoraría viajar allí algún día y conocer a mi tia Amilyn. - Aaxia sonrió. Jamás había visitado el planeta natal de sus padres, su labor en la capital de la república había sido siempre su mayor prioridad, pero no podía evitar sentir cierto sentimiento de cercanía al hablar de aquellas costumbres que tanto habían destacado en ellos.
La cena terminó con naturalidad y fue el turno de Aaxia de recoger y fregar los platos antes de la última de sus meditaciones diarias, con el último rayo de sol del día.
Habían pasado 30 meses desde que llegara al nuevo templo jedi y emprendiera el camino hacia las enseñanzas de la orden, y sabía que a la mañana siguiente le esperaba su última lección como iniciada.
- Levántate. - La voz de Ben sonó tan burlona y grave como siempre. - Te has vuelto a dormir.
Aaxia pegó un brinco de la cama para ver cómo Ben cogía su fruta Oomsh a través de la ventana.
- Te dije que la próxima vez tendrías un castigo, ¡Te quedas sin desayuno! - Ben miró fugazmente a los ojos de la joven y esbozó una sonrisa sincera y juguetona que heló la sangre de Aaxia.
Ben y ella habían construído una buena relación de compañeros a lo largo de aquellos años, si bien él la utilizaba para cargar sus bártulos o le lanzaba algún que otro golpe traicionero en la zona de combate, de cara al resto de clanes siempre habían sido un equipo eficiente, y él jamás había tenido ningún reparo en ocultarle cualquiera de sus intereses académicos. Lo que no podía entender es por qué le era tan difícil mirarla a los ojos; estos se le presentaban como un abismo oscuro al que no le estaba permitido asomarse.
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El templo
FantasyLa historia de la formación y entrenamiento de Ben Solo y sus 11 compañeros en el templo jedi de Luke Skywalker a través de su relación con su joven pupila, Aaxia.