El sol se ponía en el horizonte y las lunas del planeta comenzaban su habitual danza nocturna, iluminándose con cada rayo de la estrella que se escondía tras las verdes colinas.
Ben sabía que la conversación que estaba a punto de tener lugar ocurriría tarde o temprano pero, aún habiendo postergado aquél momento lo máximo posible, se tomó 15 segundos para respirar pausadamente antes de retirar la piel de vornskr y entrar decididamente en la cabaña de su tío.
- Benjamin. - Luke estaba limpiando las juntas de la cubierta de R2-D2. Aquél droide y el hangar eran los únicos elementos en todo el planeta que le recordaban la magnificencia de la tecnología. - Te estaba esperando, ¿Te apetece una infusión de chig?
La tetera, que reposaba sobre un pequeño fogón encima de una de las mesas, empezó a expulsar vapor y Luke se apresuró a servir dos tazas.
Ben recordaba haberse maravillado de niño cada vez que visitaba la tienda de su tío. Era considerablemente más grande que las de sus discípulos y hacía las veces de despacho y dormitorio. En sus estanterías reposaban varios objetos de valor sentimental que le recordaban todo aquello que había vivido; desde el casco con el que destruyó la estrella de la muerte, pasando por una honda ewok de la batalla de Endor hasta las varas de las brujas de Dathomir que venció en su búsqueda galáctica para reunir el conocimiento de los jedi.
- Aquí tienes. - Luke alcanzó una taza a su sobrino y se sentó a un lado de la mesa, haciendo un gesto para que Ben tomara asiento.
- Bien. - Luke trató de encontrar la mirada de Ben, pero éste estaba rígido, perceptiblemente incómodo, y perdiendo la mirada en los diferentes objetos que decoraban las paredes. - ¿Por qué no has formado a la joven Aaxia en las habilidades de percepción, Ben?
- No sé por qué tendría que hacerlo. - Ben miró a su tío y frunció el ceño. - No es el deber de un padawan enseñar, sino ser enseñado por su maestro.
- Que no tengas el rango no significa que no estés preparado para otorgar tu saber a otros. - Luke sonrió con ternura. - Incluso el menos avezado de los iniciados puede enseñarte una lección que desconoces. En tu caso has sido formado durante 10 años en la senda jedi.
Luke dio un sorbo al té de chig antes de continuar, esbozando una media sonrisa.
- Y también sabes que eres el más adecuado para hacerlo. - Sentenció, dejando la taza en la mesa. - Posees unas grandes dotes de combate, pero jamás conocí a nadie con tu capacidad de percepción. Por eso os di a ambos el clan Heliost, por eso puse a Aaxia a tu cuidado.
Ben bajó la mirada notablemente enfadado. Le sentaban muy mal los halagos cuando señalaban una distorsión con la imagen que se tenía de él en un principio.
- ¿Qué te impide formar a Aaxia? - Su tío recrudeció el tono.
Ben cerró fuertemente los ojos antes de devolverle una intensa mirada a su maestro.
- Simplemente he dejado de verle el sentido a cuidar del aprendizaje de una niña.
- La razón por la que los jedi fomentan el adiestramiento desde la infancia es porque mientras quienes son sensibles a la fuerza aumentan sus poderes deben aprender a como ayudar a los demás y no sólo a sí mismos. - Luke volvió a coger la taza y bebió. - Debes dejar de mirar sólo por ti. Mañana enseñarás a Aaxia o no serás nombrado caballero jedi.
- Sí. Maestro. - Ben bajó la mirada y contuvo su rabia antes de salir por la puerta sin haber tocado el té.
- Despiértate. - Ben abrió la ventana de la cabaña de Aaxia y le dio un golpecito en la cara con la vara de entrenamiento.
- ¿Qué...? - Aaxia abrió los ojos y pudo ver al joven portando una linterna bajo la leve llovizna. Aún no había amanecido y quedaban al menos cuatro horas para despertarse. - Ben, déjame dormir.
La joven se dio la vuelta en su litera y se tapó la cabeza con la manta.
- Venga. - Ben le dio unos toques suaves en la espalda con la vara. - ¿Quieres aprender cosas?
- Los libros pueden esperar, Ben. Tengo sueño. - Aaxia se revolvió.
- Hablo de usar la fuerza para algo más que pelear y curarte a ti misma. - Ben paró un momento.
Aaxia se incorporó rápidamente.
- ¿Percepción? - sus ojos brillaron y esbozó una enorme sonrisa.
- Sí. - dijo Ben con un soplo de aire. - Vístete.
Aaxia se puso sus túnicas rápidamente y ambos aprendices se dirigieron al templo. Las salas estaban desiertas y ciertamente oscuras. A ciegas, Ben cogió a la joven de la mano y la puso en medio de una amplia habitación.
- Vale. Espero que esto salga bien. - Ben no parecía estar muy seguro de lo que hacía pero estaba sereno y aparentemente tranquilo. - ¿Te acuerdas de la plaga de Drochs?
Aaxia respiró agitada.
- ¿Hablas de los feroces escarabajos parasitarios que casi hicieron que Lorlei pediera el brazo? - lanzó una risita nerviosa. - No, Benjamin. No me suenan para nada.
- Atenta. - Ben manipuló unos pequeños huevos, dejándolos en una esquina de la habitación. - Necesitamos oscuridad porque quiero que te centres en los sonidos y las sensaciones.
- Oye, Ben. - Aaxia suspiró agitada. - ¿De verdad vas a enseñarme todos los caminos de la fuerza con insectos? ¿No podías utilizar droides como el resto de la galaxia?
Uno de los huevos que Ben había dejado en el suelo se movió. Ben chistó y se acercó a Aaxia.
- En cuanto hagas ruido saldrán e irán hacia ti. - Ben susurró cerca de ella. Aaxia pocas veces había estado tan próxima a él y su altura le hizo sentirse diminuta e insegura. - Quiero que te centres en el crujir de las tenazas de su espalda para localizarlos y acabar con ellos en la oscuridad. - El joven alargó sus brazos y le entregó la vara de entrenamiento. - Te esperaré fuera.
Aaxia quería gritar, pero se contuvo. No veía nada, pero notaba cómo su profesor se alejaba sin remedio y, cuando cerrase la puerta, aquellas bestias se despertarían. Sintió un estallido de pánico en su pecho que intentó serenar con una dominada concentración en su entorno, tal y como le había enseñado el maestro Luke.
Cerró los ojos, tomó una larga bocanada de aire y al soltarla pudo ver cómo el resplandor rojizo de Ben desaparecía tras la puerta y cuatro pequeñas luces verdes empezaban a repartirse por la habitación. Intentó seguirlas con la mirada, pero los drochs eran demasiado rápidos como para rastrearlos. Sabía qué tenía qué hacer y cómo; Una vez se concentró en el suave sonido de sus patitas en el suelo, para Aaxia fue tan sencillo como afinar su oído, permanecer inmóvil y dar los dos primeros golpes de gracia, adelante y atrás, para que cayeran dos de ellos.
Satisfecha, se apresuró a recoger su vara y volver a la posición inicial. Las gotas de lluvia golpeaban la ventana, pero los insectos permanecían inmóviles. No había ningún ruido a su alrededor y durante diez segundos pensó que estaba perdida, pero una vez más logró serenarse para percibir cómo ambos la atacaban saltando desde el techo. Se apartó y, de una sola estocada, logró vencerlos.
- ¿Ya? - Ben abrió la puerta para comprobar que Aaxia estuviera bien.
- Sí. Ya está. - Aaxia respiró inquieta.
- Has tardado veinte segundos más de lo que esperaba, tendrás que entrenar más. - En el fondo, a Ben le complacía que Aaxia hubiera pillado la técnica a la primera.
- Si me dejases dormir a mis horas lo mismo estaría más fresca. - Espetó con tono socarrón. - El descanso es importante.
Ben sonrió en la oscuridad mientras se dirigían fuera del templo, pero le envolvía un halo de intranquilidad. Aún quedaban tres horas para que todos los demás se despertasen, tres horas que serían decisivas no sólo en su relación con Aaxia, sino en su permanencia en la orden jedi.
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El templo
FantasyLa historia de la formación y entrenamiento de Ben Solo y sus 11 compañeros en el templo jedi de Luke Skywalker a través de su relación con su joven pupila, Aaxia.