Jacob llegó a su casa. No había nadie.
Tan solo su gato, esperando a que le diese comida.
Jacob puso sus canciones de dark-metal que tenía en la lista de reproducción del Spotify, y preparó un buen cuenco de comida para gatos. La puso en el suelo, y se la dio a su impaciente gato, el cual rechazó el cuenco por completo.
-Siempre igual... - digo mientras acariciaba el lomo del animal.
Cuando sonó la siguiente canción, se acordó de Amaya. No por la letra, si no porque hacía un año, le dijo que la escuchara...
Flashback...
El y Amaya estaban sentados juntos. Para aquellos entonces, sería cuando Amaya le empezaría a gustar Jacob.
A pesar de todo, tardaría meses en darse cuenta de ello.Amaya estaba escribiendo en la mesa la letra de una canción que se le pegaba cada dos por tres. Era la de Space Unicorn.
Jacob la vio, y preguntó:
-¿De verdad te gusta esa canción? Tiene pinta de ser una mierda.
-Es muy pegadiza- dijo mientras tarareaba la canción, dibujando un unicornio al lado de la mesa. En esa época Amaya todavía era feliz. Acababa de superar el gran vacío de la soledad. Era feliz hasta su gran error. Pero bueno, eso pasaria más adelante.
Jacob se puso también a escribir la letra de una canción.
"I am a man who walks alone
And when I'm walking in a dark road
At night or strolling through the parkWhen the light begins to change
I sometimes feel a little strange
A little anxious when it's darkFear of the dark, fear of the dark
I have a constant fear that something's always near
Fear of the dark, fear of the dark
I have a phobia that someone's always there"-¿Fear of the dark? ¿Tu?- dijo Amaya burlona.
-Es una metáfora- dijo Jacob, intentando disimular su sonrisa.
-Todo son metáforas.
-Si- dijo entre risas. Una risa triste y apagada, que para Amaya le decía mucho más que tan solo una risa. Le contaba por todo el sufrimiento que Jacob había pasado.- te recomiendo que la escuches.
Fin del flashback.
Jacob se dió cuenta de que esa canción no debería estar ahí. No era dark-metal.
A pesar de ello, se alegró de haberla escuchado. Le trajo el recuerdo de algo que hacía mucho tiempo que no pensaba. En cuanto Amaya seguía teniendo su sonrisa de verdad. Su sonrisa de felicidad.
Jacob oyó la cerradura de casa abrirse.
-Ya estoy en casa- dijo su madre.
-Papa ha llamado.
-Y... ¿Que quería?- preguntó simulando algo de interés por el padre de Jacob. Lo cierto que es que se habían divorciado cuando Jacob tenía 7 años, y no lo veía desde entonces.
-Nada. Quería ver como estaba todo por aquí.
-Ah, ya veo. No se preocupa por ti en ocho años, y derrepente,¿ le interesa lo que esté pasando? Este hombre es increíble...
Lo cierto es que le llamaba más a menudo de lo que su madre pensaba. Pero esta vez le había llamado para felicitarle por atrasado su cumpleaños. Iba a decírselo a su madre, pero se dió cuenta de que se enfadaría todavía más, pues su cumpleaños era en 2 meses.
Su madre preparó la comida, y media hora más tarde se volvió a ir a trabajar. Trabajaba el doble para poder mantener el dinero que entraba en casa desde que su exmarido se fue.
Jacob era bueno en historia, así que no necesitaba estudiar tanto como otras personas lo hacían. Así que después de repasar el tema, decidió seguir practicando con el bajo. Era su instrumento favorito.
Pero había algo en su mente que no encajaba. No podía concentrarse. Era Amaya, que había decidido instalarse en su mente para no irse.