Michelle
-Leslie, se me hace tarde para matemáticas, por favor déjame -se encontraba irritada Michelle por tener que hablarle a la insistente de Leslie.
-¿De cuando aquí te interesan las matemáticas, Mich? -Leslie espetó y Michelle estaba apunto de contestarle pero el silencio se apoderó primero de sus bocas cuando las chicas vieron a Lizza entrar al salón que, con un pequeño cartel con números dibujados adornaba el marco superior de la puerta. Leslie gruñó - ¿en serio, Mich? -Michelle rodeó los ojos.
-Adiós Leslie.
No miró atrás por lo tanto no miro la seña descortés de Leslie dirigida a ella pero si las risas de sus compañeros por aquella acción que, claro, Michelle no entendía el motivo de las risas. Entró al salón y la vista era de un salón común y corriente, paredes con pintura vieja, y estudiantes chismeando sentados en sus pupitres y/o mesas. Todos hablando y socializando excepto una joven: Lizza, que se disponía de solo leer a Lewis Carroll, con lo cual vio la castaña su oportunidad para hablarle.
-Lo mejor será que bailemos -Lizza, de tal súbita propuesta (con referencia a su libro) de parte de la esperada chica, solo la miró helada, diciendo nada con su boca gritando todo con sus ojos. Por ente, asustó un poco a Michelle, ¿tanto la odia? ¡vaya que la regó!
-Oigan, ya llegó el profesor -se escuchó entre la bola de jóvenes a lado de ellas- ¿a que'ras llegó? -se escuchó también. Siempre se espantaban cuando llegaba, era demasiado silencioso, como un fantasma. En fin, Michelle se sentó delante de Lizza; «como en los viejos tiempos...» pensó Michelle. Pero no le pasó ni por un segundo a la cabeza el hecho de que Lizza pensó lo mismo. Muchos recuerdos revolotearon dentro de sus cabezas, y al mismo tiempo, resoplaron.
«¿Cómo le hablo?... » se preguntaba mientras el profesor explicaba lo que escribía en el pizarron.
Los problemas eran sencillos para Lizza y terminaba primero. Por otro lado, Michelle puso de lado su honor y en practica el viejo como estúpido truco de hacerse la que no entendía y le pidió ayuda a Lizza quien pasó a lado de ella.
-Lizzandra, ¿me podrías ayudar con los problemas? Soy una basura con esto.
-Y, ¿que nos juzguen de locos, Srta. Flores? - perpleja Michelle miró a la susodicha teñida que yacía sonriendo pretenciosa sentándose en su lugar. Michelle hizo una risita nerviosa por tal respuesta. Se la aplicó y lo sabía. Se sintió estúpida por empezar el juego pero ganadora por que le siguió, ¡le hizo caso al fin!
-¿Usted conoce cuerdos felices? -dijo inclinando levemente la cabeza hacia atrás, risueña con esperanza de obtener una respuesta por parte de su despeinada y hermosa amada. Bufó Lizza y recostó su barbilla sobre el hombro de Michelle haciéndola ponerse la cara de color rojo.
-Tienes razón... - rió al ver la libreta de la castaña clara - eres una basura.
Michelle rió también, nerviosa, por tenerla tan cerca y sentir su aliento fresco sobre su mejilla nuevamente. Los flashbacks aparecieron sobre su mente y su sonrisa se desvanecía de poco a poco. Como lo extrañaba. Lizza acercó su mano al cuaderno de Michelle para cogerlo interrumpiendo los pensamientos de Michelle.
-Bueno, para empezar estás restando...
-Y...
-Tiene paréntesis la x , debes multiplicar. No restar. -Michelle vio su libreta falsamente desconcertada y exclamó una enorme "A" con su boca, divirtiendo a Lizza- A la siguiente: si vas a actuar, actúa menos torpe -aplastó la libreta contra el pecho de Michelle y se sentó nuevamente en su lugar. Maldición. Michelle maldijo para sus adentros, las frases «lo jodí de nuevo, maldita sea» y«soy una estúpida, ¿porqué creí que resultaría esa pendejada?» repetía y repetía hasta el cansancio. El par de horas pasaron con Michelle viendo a Lizza y ésta ignorando nuevamente las peticiones de una conversación para arreglar todo el desastre de ese Me gustas.
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Pájaros en el ático
Non-Fiction"El cielo púrpura, y sus manos tibias" ¿Has sido rechazado por el que creías ser el amor de tu vida? Después de múltiples rechazos, Lizza tuvo supuesta fortuna de que la quieran pero... ¿ella ya no? Tantos no, la hicieron insegura, fría y rota que...