Kurt
-No me ignores.
-...
-No me ignores.
-...
-Putisima madre, Lizza. Deja de ignorarme.
-... ¿A cambio de que?
-¿Qué quieres? Te doy lo que quieras -Kurt miró profundo los ojos de Liz y ella sólo rió- tú solo pídelo.
-Quiero... -se preguntaba- quiero, quiero... el sombrero del Papa.
Kurt rió aliviado de que no le pidiera su bebé Impala. Solo un estúpido sombrero.
-¿Porque chingados quisieras su Mitra?
-Imagínate la cantidad de palomitas que cabría allí. No tendría que pararme cada 10 minutos para hacerme más -Lizza decía sobria.
Se quedaron en silencio unos segundos y Kurt se echó a reír. Lizza lo vio ofendida.
-No rías estúpido, lo digo en serio -le dio un golpe en el hombro y Kurt no dejaba de reír.
-No puedo creer la gran pendejada que acabas de decir -Lizza se cruzó de hombros y le dio la espalda ofendida.
Cuando se trata de tonterías, Lizza era muy seria y que se rieran de ella le ofendía, sobretodo cuando lo hacía Kurt: su Jesse Rutherford 2013 favorito. Kurt dejó se reírse para solo sonreír.
-Ay, no te amargues, idiota –empezó a decir- Véngase, mi lechita cortada. -La llevó a su pecho abrazándola mientras le hacía cosquillas.-¡Benedict Adriano Buonarroti Esposito, déjame chingados! -carcajeando intentaba zafarse del agarre de Kurt.
-Jamás -Las cosquillas se intensificaron y Lizza no podía más con la risa.
-¡Basta, no puedo mas! -cayó al suelo, y las cosquillas cesaron. Lizza jadeaba -es... tú... pido...
Intentaba recuperar su aliento, y Kurt la miró, agitada, sin darse cuenta de lo que apenas ocurrió al verla sonrojada, con el sostén casi a la vista y jadeante. Pero Lizza si y rió. Kurt no comprendió.-Oye, como que tu amiguito también quiere jugar, ¿no crees? -dijo pícara. Kurt al voltear hacia abajo, su cara se puso rojísima y sus ojos se abrieron como si se le fuesen a salir. Lizz continuaba riendo y Kurt no podía mirarla. Estaba ardiendo de la vergüenza. No podía creer lo que acababa de pasar. No era el momento adecuado, ¡nunca lo es! Se tapó la cara con sus manos adornadas de unas cuantas sortijas robadas y Lizza se limpió las pocas lagrimas de risa con su chamarra. Le dio una leve palmada- Ve el lado bueno: como buena senpai que soy, te noticie -dijo burlona.
Kurt se inquietó y no pensaba que decir para escaparse de esa pena.
-Te juro que no es mi puta intención esto. Primero muerto- comentó dramático y Lizza le dio un leve golpe en el hombro como amigos.
-Princesa, no seas dramática -se levantó del cemento y empezó su andar-, ¿no querías ir al Estanque? -motivó a Kurt- Mueve tu gigante trasero y vayamos, gordo.
Kurt rió y se levantó del piso agrietado.
-Dilo por ti, yo tengo un six pack -respondió al mismo tiempo que se levantaba su camisa para dejar a la vista su cuerpo buen formado. Abdomen y pecho trabajado adornado con un tatuaje tribal de dragón en su costilla derecha y una cantidad de cicatrices. Lizza solo rodeó los ojos.
-El único six pack que tienes es el que está dentro de tu sistema, alcohólico.Continuó el camino al Estanque junto a Kurt meneando su minifalda de los 90s con cuadritos blanco/negro combinando con mallas de red y botas rojas de tacón altos. El Estanque no era nada mas ni nada menos que una gran piscina abandonada de una gran casa abandonada sin puertas ni ventanas dando paso a cualquier indigente o adolescente a pasar las noches ahí. Estaba lleno de graffitis y dibujos vulgares alrededor del recinto; había adolescentes y venteañeros con sus respectivas patinetas haciendo trucos al ritmo de Molotov como chicas fumando marihuana y bebiendo tequila barato. Lizza se unió a las chicas, amigas de ese lugar. Por otra parte, Kurt no se adentró. Se quedó un instante viendo el lugar y pensando «Isabella me ha advertido de volver...». Dejó un momento de pensar en Isabella para encender un cigarro, cigarro común. Estaba batallando con la llama, al parecer el encendedor ya no tenía combustible.
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Pájaros en el ático
Non-Fiction"El cielo púrpura, y sus manos tibias" ¿Has sido rechazado por el que creías ser el amor de tu vida? Después de múltiples rechazos, Lizza tuvo supuesta fortuna de que la quieran pero... ¿ella ya no? Tantos no, la hicieron insegura, fría y rota que...