Me gustaba esa brisa de invierno,
me daba un alivio de infierno.
Me permitía respirar,
y me dejaba escapar.
Me gustaba su risa en el silencio,
sus ojos color cielo.
Sus manos sobre las mías,
sus palabras sin medias tintas.
Me gustaba aquel árbol,
esas ramas fuertes que evitaba que me cayera.
Esas hojas de colores que evitaba que se me adhieran,
esas carcajadas en mis oídos que evitaba que me fuera.