Lo único que aprendí en esta casa es el miedo,
y tenía tanto miedo que ya no le temo a nada.
Mis rodillas sangraban y fui arrastrada,
desde la tierra de los muertos,
hasta el infierno de los vivos.
Siluetas oscuras,
sujetos tatuados.
Las manos en armas,
todos armados.
Ahogando los gritos,
aprendiendo a callar.
Rogando a los muertos,
cansada de llorar.