Historias nuevas

Stiles Stilinski: The nanny

Derek miraba como sus hijos espantaban a todas las niñeras y se preguntó, “¿Puedo llamar a Nanny McPhee?”, para luego darse cuenta que esa… encantadora y tan buena niñera, era en realidad solo un sueño para los padres, para hacerles creer que sus hijos no podían llegar a ser tan diablillos y que alguien podría enderezarlos.

Si, y para eso, muestran que lo que se necesita es; - Ser una bruja.

                                                                                                    -Tener un bastón mágico.

Y claramente Derek no tenía ninguna de las dos, aunque su ex novia si parecía una bruja, pero no, ella era muy mala con sus hijos.

Suspiró frustrado en la sala de su casa mientras sus hijos veían una maratón de Batman en la televisión, lo único que todos amaban y el único momento en el que estaban tranquilos, era cuando ese gran superhéroe aparecía en la pantalla o básicamente en cualquier cosa.

Sonó el timbre y Derek suspiró haciendo el amague a ir a abrir.

─No te preocupes, papá. Yo voy. ─ Dijo su hijo del medio, tenía 5 hijos, tres de ellos adoptados y los otros dos tenían a una víbora por madre, la menor tiene 5 años, se llama Claudia, le sigue su hija de 6, llamada Clarissa, luego su hijo de 8, Cristopher, después esta Crystal con 10 y, por último, Dylan de 12.

Derek asintió a su hijo luego de ver que la pequeña Claudia se había quedado dormida en su hombre.

─El dinero esta en el marco de la ventana.

El pequeño solo asintió, para 5 minutos después aparecer con la pizza… si, con la pizza y además, el muchacho que la repartía.

Su hijo le dijo algo que le sacó una sonrisa.

─ ¿Podemos quedárnoslo? ─Preguntó inocentemente con una sonrisa gigantesca y los ojos centelleando.

Derek estuvo a punto de decir que no y que dejará al pobre chico retirarse, pudo haber jurado por Dios de que lo habría hecho de no ser porque sus ojos se toparon con los de color whiskey.

Se quedó completamente enganchado, por lo que de su boca solo salió un:

─Si.

Que hizo a su hijo saltar y al chico con la pizza en la mano fruncir el ceño.