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CAPÍTULO 3
WHITE ❞

Estaba volando; lo podía ver todo desde aquí: El castillo, el bosque, las aldeas situadas alrededor, los demás clanes y el extenso mar... la vista era simplemente maravillosa.

-Mérida...- llamó el castaño.

-¿Sí, Hiccup?-

-¿Quieres conocer donde vivimos Chimuelo y yo?- cuestionó mirando hacía atrás, enfocándose en mi.

No lo dudé ni dos segundos. -¡Claro! ¿Por qué no?-respondí fascinada por la idea.

—Bueno, Chimuelo ¡Ya sabes que hacer!— el cuerpo de Chimuelo se inclinó haciendo que abrazara más fuerte a Hiccup; De repente íbamos en vertical.

—¡Hiccup, vamos a morir!— Grité horrorizada aunque he de admitir que me gustaba sentir la adrenalina correr por todo mi ser.

El castaño carcajeó. —No, Mer, no moriremos.— cerré mis ojos por el miedo y sentí una brisa recorrer mi cara con extremada sutileza, extendí mis brazos a los lados para tocar las blanquecinas nubes. Estaba tocando el cielo...

—¡Esto es geniaaal!— vociferé a lo que Hiccup soltó otra risa descarada.

En cuestión de unos minutos más, en el horizonte aparecieron un conjunto de islas y una aldea establecida en ella. —Bienvenida a Berk.— murmuró mientras me echaba un vistazo de reojo.

Aterrizamos, un ligero mareo llegó a mi y mis piernas acalambrada me hicieron desfallecer. Hiccup bajó de Chimuelo, levantándome del suelo en un tiró, entonces, unos mellizos se acercaron a el viéndome con disgusto.

—Y ésta ¿Quién es?— preguntó la muchacha señalándome con indiferencia. Bueno, por lo menos no saben que soy una princesa.

—Es Merida, sus amigos le dicen Mer.— volteó a verme con un cálido gesto en el rostro. —Ven, acércate...— bajé de Chimuelo y me acerqué lentamente, previendo que no fuese una emboscada o algo por el estilo. --Merida, te presento a Brutacio y Brutilda Torton--Los señaló a ambos.

—Hola, lindo cabello, para ambos.— halagué en mi saludo, en respuesta sonrieron y Brutacio se acercó a mí. 

—¿Qué te parece un recorrido por todo Berk? ¿Eh, muñeca?— coqueteó de forma descarada tomando mi mano con la suya para besarla, me recordaba mucho al hijo de Lord Macintosh.

Le otorgué un empujón en el abdomen al rubio haciéndolo desfallecer y reí junto a Brutilda, Hiccup no mostraba ninguna seña de agrado a la situación puesto su cara se tornó roja.

—No gracias, me tengo que ir, ya es tarde.— hablé al ver como las antorchas de la aldea eran lo único que nos iluminaba al entrar la noche. —A parte, mi Madre se preocupará— contesté con cierto desagrado en lo último — y dejé solo a Angus en el bosque...

—¿Angus?— cuestionó Brutilda.

--Mi caballo...

--Ah, sí ya lo sabía... oye Mérida, ¿Sabes  utilizar el arco?— preguntó esta vez con la vista sobre el arma y su dedo índice señalándole. Asentí con autosuficiencia, les demostraría lo que es usar el arco. Busqué una diana con mi vista, algo simple que se volviese mi objetivo, sostuve mi arco y apunté fijando mi vista en el centro, mis dedos liberaron la flecha y al abrir mis ojos por completo había dado en la diana, justo en el centro. Los aplausos me rodearon hasta que una voz femenina llamó la atención.

—He visto mejores cosas y otras mucho más impresionantes que eso...— una muchacha rubia salía de entre las sombras, algo me decía que no llevaría una buena relación con ella. —Si tu retraso mental no te permite articular ni una sola palabra, soy Astrid Hofferson y cree que no se me hace un gusto conocerte, ni tu presencia aquí, Mérida Dunbroch.— ese fue un golpe duro, lo que menos quería era eso, que me trataran como una princesa, quería ser un súbdito, alguien normal, alguien libre en un lugar desconocido, como Berk. Y justamente ésta chica sabe de mí.

Touch The Sky » MericcupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora