Capítulo 4

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🌸19 de febrero de 1880🌸

Christina dejó de usar los corsés cuando comenzó a notarse su pequeña tripa. Pasaba horas mirándose frente al espejo, como si el mero hecho de observarse muy a menudo, fuera a conseguir que la criatura naciera antes. Según sus cuentas, nacería en verano. Su madre le había dicho que era una buena época para criar a un bebé, ya que no debería soportar el frio invierno hasta que no fuera unos meses más grande.

Su madre había recibido la noticia de su maternidad con mucha alegría. Si antes pasaba tiempo en casa de su hija, ahora estaba mucho más tiempo junto a esta. Christina no podía hacer otra cosa que darle la razón a su madre. Aquella criatura le había servido de consuelo y no porque su matrimonio con Charles fuera mejor, ni siquiera sabía si él se sentía feliz por ser padre, pero si la hacía sentir feliz a ella. Él continuaba con sus cosas y ella lo prefería, sobre todo con el añadido de la ausencia de intimidad entre ellos. Christina sentía que su marido era alguien extraño, ajeno a ella. Era muy extraño vivir con una persona y no saber nada de ella. Tendrían un hijo y no se conocían.

Ni su madre ni ella sabían coser muy bien, pero en los últimos meses estaban tomando práctica, ambas habían comenzado a tejer la ropa del bebe, sus patucos y algunas pequeñas mantas para la cuna. Al principio había sido un verdadero desastre, apenas servían las prendas que habían confeccionado en los inicios de su embarazo.

—¡Demonios! He vuelto a pincharme —maldijo su madre llevándose el dedo a la boca para limpiar la gota de sangre—. No comprendo porque no hay tiendas que hagan estas cosas.

—Prefiero que no las haya, eso le quita implicación. Imagina cuando nazca el bebé y le veamos vestir con esto —musitó Christina mostrándole el pequeño jersey que estaba tejiendo ella, cuya manga izquierda era más larga que la derecha.

—Si continúas tejiendo esa manga al final solo podrá ponérsela el día de su décimo cumpleaños, Christie —replicó su madre enarcando una ceja.

Ambas se miraron y comenzaron a reír. Christina sintió un ligero pinchazo en la parte baja de la espalda y se movió intentando retomar la postura. Colocó uno de los cojines tras ella para estar más cómoda.

—La última vez que cogí unas agujas estaba embarazada de ti —musitó su madre con voz nostálgica, ajena a todo.

—Imagino como debió ser... Aunque lo cierto es que a veces temo no hacerlo bien— contestó ella, sintiendo otra molestia—. Tú me ayudarás, ¿verdad?

—Claro que sí, cariño. Yo no tuve a mi madre conmigo, estoy muy agradecida a Dios por haberme dado la oportunidad de acompañarte a ti, querida. Sobre todo, teniendo en cuenta cuan parecida somos en cuanto a la situación.

—Sí, Charles apenas está aquí, algo que realmente agradezco porque su silencio me saca de mis casillas. Es como un ser errante, un fantasma.

—A mí me vas a hablar de fantasmas, querida. Pero ese bebé será para tu corazón un hermoso bálsamo, como tú lo fuiste para el mío —dijo Laura agarrando una mano de su hija.

Christina reprimió un pequeño gesto de dolor, mientras se removía de nuevo sobre su asiento. Llevaba demasiado tiempo en la misma postura.

🌸🌸🌸

Christina llevó a sus labios un pequeño trozo de carne, mientras miraba de soslayo a su marido tomar su comida. Mirándole bien, parecía que había envejecido desde su matrimonio. Tenía varias canas más por su cabello y su carácter continuaba siendo igual de reservado. Le tenía cierta ojeriza, no podía negarlo. Cada vez que le veía aparecer se sentía como si perdiera toda su energía de forma abrupta. Había pasado el resto del día tumbada en la cama a la espera de que aquellos pinchazos tan incómodos se le pasaran, aunque había sido ponerse de nuevo en pie y habían regresado.

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