A la semana siguiente no hubo mensajero, un solitario cuervo se posó en el centro de la aldea, algo tan deliberado para ser natural. A su pata iba atado un trozo de papel.
Mordred sintió el rastro de la magia de Emrys, y cuando fue abierto, la sensación, el malestar, ardió detrás de sus ojos. Iseldir le vio sacudirse y por un momento lució preocupado.
Mordred se lo había dicho la mañana después de las celebraciones, había acudido a él como muchas otras veces había acudido a Cerdan. El líder druida le escuchó y tomó la decisión de informar a la aldea que seguiría igual que siempre, al menos hasta que estuvieran seguros de que ir al exterior no representaba un peligro.
Ese mensaje había sido esperado, sin embargo, no se sintieron preparados para lo que venía después.
"Estimado líder de los druidas y miembros del gremio: Se encuentran invitados a la primera reunión de consenso para las leyes de Albion. Yo, el Rey de Camelot, les abro las puertas de mi hogar con hospitalidad para que, unidos, velemos por el bien común. Todo líder de la comunidad mágica de Camelot estará presente.
Mis más sinceros saludos."
Mordred había expresado fervientemente su deseo de acompañar a Iseldir para presentar sus respetos a Emrys y el rey, pero este se fue sin siquiera considerarlo, llevando consigo sólo a Gáine y Aglain. Las órdenes fueron claras, grabadas en sus mentes con el poder del líder: "Nadie sale de la isla".
Kara tampoco se veía feliz por esa decisión. Había familias que deseaban marcharse para encontrar lugar en los pueblos, conseguir trabajos o incluso ir a Camelot para servir en la casa del único y futuro rey. Servir a Emrys. Algo que él también deseaba.
Sentado en el cúmulo de piedras a orillas de la Isla, donde antaño se realizaban las celebraciones a los Dioses de la antigua religión, Mordred observó el cielo, preguntándose sobre lo que ocurría en el exterior.
Pensó en Morgana y su lucha contra Arthur. Lo último que había sabido era que poseía un ejército de inmortales, que ella y su hermana habían liderado un golpe en Camelot, reclamando el trono para ella, quien había resultado tener sangre Pendragon por sus venas.
También que habían perdido contra las fuerzas de Arthur en el asedio y no habían podido entrar en la ciudadela. Mordred había pensado casi con orgullo que esto debía ser obra de Emrys.
Pero de todo eso hacía algunas estaciones. Ahora, la prohibición de magia había sido levantada. ¿Qué sería de ella? ¿Estaría feliz de ser libre al fin o era ya demasiado tarde?
Kara llegó momentos después y de sentó a su lado. Era una costumbre desde que se reencontraron, cuando todo druida se refugió en la isla, ella siempre estaba cerca y su presencia reconfortaba a Mordred de muchas formas, le recordaba que seguía vivo.
—¿En qué piensas?
Mordred la miró, lo gloriosa que era y lo mucho que la amaba. Ella era la única familia que poseía después de la muerte de Cerdan.
—Pienso en Morgana —Dijo con sinceridad—. En el odio sembrado en su corazón y lo que sucederá con ella ahora. Pero no soy vidente, no puedo ver el futuro.
—Ella tendrá que parar —Opinó la chica, pasando su mano sobre la dura roca—. Ya no hay razón para luchar, al menos no en la guerra contra la prohibición. Si ella continúa adelante, será por su deseo al trono.
—Nunca pensé que lo deseara —Kara le miró—. Cuando la conocí, ella era tan... pura, de alguna manera. Había miedo y rabia en crudo detrás de sus ojos. Pero era fuerte, decidida. Temo que Uther la haya roto para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Un Corazón de Sombras y Ruina
ФанфикMordred debe emprender un viaje para desenmarañar el misterio que envuelve a Camelot y el levantamiento de la prohibición de la magia. El camino es oscuro y plagado de peligros, pero no está solo. ¿Estará preparado para enfrentarse a la oscuridad? ¿...