Kara acarició el rostro de Mordred, que se revolvía en un sueño intranquilo. Sus dedos peinaron los rizos oscuros hacia atrás, su cabello siempre había sido suave y despedía un aroma único, que ella siempre había asociado con su hogar.
Un temor viciado se alojó en su corazón, el conocimiento inexplicable de que pasaría un largo tiempo antes de volver a verlo. Al haberlo visto ser llamado por un ente poderoso más allá de su alcance, Kara sintió, no por primera vez, la dolorosa pérdida.
Ella había perdido a su padre hacía algunos años, luchando por proteger a su esposa e hija de las garras de los caballeros de Camelot. Kara había visto como la espada atravesó su estómago, escondida dentro de las raíces de un árbol antiguo, la sangre que se deslizó por el filo cuando fue retirada y cuando el caballero simplemente se alejó, dejándolo allí para morir.
Su padre, un hombre amable y optimista, quien siempre le había enseñado a vivir en la esperanza de un mañana mejor, que había dado a su madre la más grande felicidad, muerto por el simple hecho de haber nacido con magia. Sin crimen, sin pecado, simplemente por existir.
Y ahora, Kara había perdido a su tía, la única que comprendía su don y le animaba a usar el potencial para el bien. A manos de un hombre que se suponía que era el salvador de su pueblo.
Kara ya no sabía a qué atenerse, su madre parecía estar sumida en la oscuridad y miseria, revolcándose en su dolor. Entonces solo quedaba Mordred, su mejor amigo, su hermano, su ancla.
Y también iba a perderlo.
Así que cuando él abrió los ojos, ella estaba llorando sin poder parar.
—¿Qué sucede, pequeña? —Le dijo en esa voz gruesa que había adquirido al cumplir dieciséis y de la que tanto se había burlado para ignorar el hecho de que esa voz bien podría ponerla de rodillas. Kara siempre pensó, aún de niña, que Mordred había nacido para ser un líder, no importaba cuán ajeno decía Mordred que se sentía
Él la abrazó cuando no respondió y trazó círculos en su pequeña espalda. Aferrándose a su presencia, Kara bebió todo lo que pudo, su calor, su aroma y el cosquilleo de su magia al acariciar la suya.
Iseldir entró en la choza de Mordred y se detuvo un instante en la puerta, pensando que invadía su privacidad. Pero Mordred le miró y todos sabían que había que hablar. Entonces el líder de la aldea arrastró la silla para sentarse cerca y Kara se limpió las mejillas, preparada para lo que venía.
—¿Qué pasó allí, Mordred? —Dijo Iseldir.
Él lució pensativo por un momento.
—No estoy muy seguro. Cuando desperté, mi magia estaba encendida. Todo estaba flotando y la tierra temblaba. Hubo un instante, entre la aparición de la mariposa y —Hizo un ademán vago que Kara entendió como "todo"—. ...bueno, las rocas, en el que no escuché nada más que "ven, ven, ven, ven". Y luego esa voz...
—¿Voz? —Dijo Iseldir, las cejas casi juntas por la confusión. Mordred miró a ambos, preocupado.
—Estuvieron allí —Afirmó al comprenderlo.
—Cerca, había un campo de contención poderoso rodeando las piedras y no pudimos entrar.
—¿Y no la escucharon? —Mordred lució realmente asombrado por ello y Kara negó con la cabeza, igual que el mayor—. Pero era fuerte, poderosa. Debió escucharse en toda la isla.
—El campo debió impedirlo. Parecía diseñado para mantenerte dentro, sin interrupción alguna.
—Estuve llamando tu nombre —Añadió Kara con una voz pequeña y él puso una mano sobre la suya—. Pero jamás respondiste.
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Un Corazón de Sombras y Ruina
FanfictionMordred debe emprender un viaje para desenmarañar el misterio que envuelve a Camelot y el levantamiento de la prohibición de la magia. El camino es oscuro y plagado de peligros, pero no está solo. ¿Estará preparado para enfrentarse a la oscuridad? ¿...