CAPITULO 4

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Sentí que unas manos me movían con claras intenciones de despertarme del paraíso en el que me encontraba

-Ana despierta ya. No respondí –Necesito algo de ti.

Luchaba de sobre manera para que quien quiera que sea se vaya de mi habitación y me dejará dormir más. Fue inútil.

-¡ANA, POR FAVOR! –Una parte de mi reconocía la voz. Juro que mataré a este idiota.

-¡¿AHORA QUÉ?! –Mire de muy mala manera a Thomas.- Es increíble que no pueda dormir bien. ¡Y en mi propia casa!

-Un amigo mío se accidento y no quiero ir solo al hospital, sabes que no se me da bien los hospitales. –Su mirada se oscureció y ya me imaginaba porque, esta vez él era sincero.

-¡Pero puedes ir con tus amigos! –No me respondió solo me miró y yo ya sabía que él estaba ganando... -Bien, dame unos minutos y nos vamos.

-¡Gracias! Tus padres ya lo saben. –me dijo

Me paré al fin de la cama, apague la música, y me vestí con algo rápido, una jogger, un vividí blanco y una capa simple, con tenis, apenas me arregle el cabello, me lave la cara, un bálsamo labial, ¡listo! Ya nos podíamos ir.

Llevábamos algunos minutos en el auto y notoriamente él se veía preocupado por su amigo que a todo esto no sabía quién diablos era, pero al parecer era muy importante para que mi primo se atreva a pisar un hospital.

-Hmm, ¿Y a quien vamos a ver?

-Dom.

Sentí una punzada en el pecho cuando escuche ese nombre, ciertamente me caía bastante mal, pero algo en mi interior, y por alguna extraña razón, se sobresaltó poniéndome nerviosa por su estado de salud. Esto no pintaba bien

Llegamos al hospital, después de lo que parecía una eternidad, me acerque a recepción y pregunte por él a una enfermera que se encontraba ahí. Me dijo que se estaba en el tercer piso, habitación 235. Le pregunté por cómo se encontraba y me dijo que solo sabía lo básico, "tuvo un accidente de tránsito pero ya está fuera de peligro" esas fueron sus palabras.

Llegamos a la sala de espera estaban los mismos chicos del Grill, Marian, Fernando, Clarizza y la conquista Ariana, y la otra que se besuqueaba con él, también estaba el chico del que no recordaba su nombre. Y una mujer, mayor de ojos claros, y una cabellera rubia, blanca y por su paraciencia era una mujer elegante y también podía deducir que había llorado.

-Como esta él. –escuche decir a mi primo.

-Ya salió de peligro, ahora esperamos para verlo. –Dijo la señora, dándole una pequeña mirada.

Thomas habló con este chico del que no sabía su nombre y resulta que se llamaba Nicolás, y minutos antes Dom había estado con ellos.

-... nos despedimos y dijo que iría a casa a los pocos minutos me llamaron para decirme que se accidento. Habló Nicolás.

-Al parecer otro auto se le atravesó en el camino. –escuche decir a Clarizza

El medico entro aparentemente con noticias de él.

-¿Familiares del joven Hasting?

-Soy su madre. –dijo su la mujer mayor con un acento español.- Y ellos son sus mejores amigos. –Continuo.

-Él está fuera de peligro, en un momento podrán pasar a verlo. Dijo al fin el doctor.

Y fue así, dentro de unos minutos, uno a no fue entrando; primero su madre, su nombre era Esther. Luego Marian y Nicolás, creo que entre ellos pasaba algo,pues netraron a la habitación con las manos entrelazadas, después Clarizza y Fernando. Cuando pensé que mi primo entraría con Ariana, él le dijo algo a ella, y ella solo asintió y cuando lleguo el siguiente turno entro Ariana con la besucona, que al parecer se llamaba Teresa. –Reí ante la ironía de su nombre.

Por ultimo entró mi primo y sin preguntármelo, me llevo con él de la mano. Yo solo quería esperar afuera, pero no, tenía que ser su niñera hoy, y en realidad se lo debía, él llevaba siendo mi "niñera" hace casi 18 años. Supongo que era mi turno.

-¿Acaso me fui al infierno? –Dijo el cuándo me vio.

Solo me reí ante su comentario, no quería discutir hoy.

Entre ellos hablaron un rato y cuando pensé que ya nos íbamos Thomas se acerco a mí y me dijo:

-Él quiere que te quedes un poco. –Supongo que mi expresión de confusión fue evidente.

-En estas condiciones no te puedo hacer nada, aunque quisiera. –Habló Dom en el tono más pícaro que pudo y era cierto, como estaba no haría nada, tenía mil aparatos en su pecho, no haría nada. –Mi primo lo miro de mala gana.

-¿Cómo te paso esto? –Fue lo primero que dije cuando mi primo salió.

-Ya sabes ahí animales con licencia de conducir. Rio sarcásticamente.

-Y quien lo dice... -Dije lo más sarcástica que pude

-¿Sabes? Me gusta que hayas venido a verme.

-No vine a verte, mi primo... -No quería contar lo que le pasaba y entonces me interrumpí.- Solo lo acompañé.

-Lo sé, no soporta los hospitales por eso te trajo niña.

¿Cómo lo sabía? Quizás Bruno le conto, pero él odiaba que la gente supiera eso. Entonces caí en cuenta, mi primo confiaba demasiado en este sujeto. Y este a veces hacía méritos para caerme mal.

-Para ser tan idiota, entiendes muchas cosas. –Dije fría- Creo que tengo que volver, a tu novia la besucona... –el abrió los ojos como platos cuando escucho el apodo que le puse la chica y entonces continúe- no le agradara que me quede aquí más tiempo que ella, y ciertamente quiero volver a mi cama con mi dios griego.

-Así que mi "novia" la besucona. –Dijo con burla e ironía- No somos nada y si te quedas un poco más seria muy feliz.

-¡Lástima! No estoy aquí para hacerte feliz, vine por Bruno y ya que te vio...

Me giré con intención de irme, así sin más, ni despedidas ni nada.

-¡Espera! –Volteé a verlo. –Hoy estabas muy linda, espero que a tu dios griego no le moleste que lo cambiaras por mí, seguro que se la estaban pasando bien.

Me volteé sin más, estaba a punto de lanzarle una de mis palabras más duras, pero no.

-Qué te mejores Dominic. Le sonreí tan o más picara que él, entonces me retire.

Cuando salí como ya lo suponía Teresa me miro de mala manera, pero no me importaba. Luego de un rato, Thomas y yo nos despedimos de todos y nos dirigimos a mi casa.

-Así que por él entraste a un hospital. –Dije sarcásticamente.

-Es mi mejor amigo Ana, además lo viste, estaba realmente mal. –Se le oscureció la mirada cuando acabó de hablar.

-Ajá, sí, claro. Espero que algún día lo hagas por mi pri-mi-to.

Solo me miro y sonrió, sabían que lo había hecho reír, y esa fue lo más satisfactorio de la noche. Mientras íbamos a mi casa recordaba que Bruno odiaba los hospitales desde pequeño, siempre le tenía un miedo a alguna aguja o algo que se le parezca, hacerle exámenes de sangre era un lucha constante era bastante gracioso cuando hacía sus berrinches más pequeño. Me quede pensando en esos momentos que no percate que ya habíamos llegado.

-¿Por qué no te quedas a dormir hoy?- Le pregunté

-Quisiera ir a casa, quiero ordenar algunas para cuando regrese Dom.

Sentí que mis ojos se abrieron de la peor manera y mi mandíbula caía al piso del asombro.

-¿Vives con ese idiota?

-Si hace dos meses vivimos juntos. –Me horrorice al pensar en todo lo que hacían ese par viviendo juntos, fiestas, mujeres, desorden, sexo y alcohol.

-Bien, ve con cuidado a casa y si necesitas algo –Rodé los ojos- aquí estoy para ti. Te quiero. –Vi como el auto se marchaba. 

EN TU MIRADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora