Querido enamorado

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Querido enamorado.

                                Hoy más que un consejo para no morir en e intento, o mis locos pensamientos sobre o corto y temporal que es todo en la vida, hoy pienso darte una anécdota.

                          Estaba caminando por el mismo sendero a mi casa, me topé con una pareja de jóvenes dándose un beso, ellos debieron de ponerse algo incómodos porque estuve mirándolos de una menara super directa.

                                   En fin, una vez cuando dejé de mirarlos volví a caminar, la soledad me hizo compañía en mi caminata y juntas empezamos a hacer revuelos con mis pensamientos. Me di cuenta, que cuando pasmar los labios en cualquier superficie de un cuerpo ajeno es considerado romántico, dar un beso en las mejillas con tierno, inocente y hasta cortes, veo a familiares darse un beso en la mejilla en forma de saludo, pero no como algo romántico. La soledad y yo estamos extremadamente confundidos, tantos tipos de besos, tantos sentimientos que cada uno lanza, se puede tratar de un arma de doble filo. Quisiera poder entenderlo, pero el amor abarca un sinfín de maravilla, me sigue sorprendiendo tanto lo importante que se convierte una persona, que el solo el rose de sus labios en tu piel se vuelve algo mágico.

                        Querido enamorado, ayuda, no lo entiendo, ¿Por qué los labios?, necesito saberlo, ¿será porque estos saben identificar el placer?, yo uso mis labios para saborear dulces y postres, querido enamorado, ¿el amor tiene un sabor?, si lo tiene, me gustaría que lo supieras.

                   Como te dije, te contare mi anécdota: Había una vez, tu querida escritora de cartas, tu escritora enamorada, tan enamorada que quería llevar su relación al siguiente paso, algo excitante, algo emocionante, que hiciera estremecer su cuerpo y alborotar su corazón; un beso.

                             La escritora, inexperta, tomo la muñeca de su entonces enamorado para llevarlo debajo de un árbol viejo, supuso que el árbol los cubriría los ojos de Dios, y así, no ser castigados, además, si un ser vivo merecía ver esa escena debía de ser ese viejo árbol.

—Te quiero dar algo —confesé sintiendo como todo me temblaba. Eso es lo estúpido de estar enamorada, no tienes control de tu cuerpo, no es tanto lo que sientes, sino la persona que te hace sentir todas esas cosas. En ese momento, cuanto tuve a mi enamorado frente a mí, todas esas cosas que aparecen en los libros clichés invadieron mi cuerpo. El estúpido sonrojo en mi piel morena, las piernas de gelatina, el insensato golpeteo de mi corazón contra mi pecho, mis pulmones que respiraban con dificultad, no por el asma, si no por los nervios.

—Mi combi ya se va —se apresuro a decir, realmente estaba retrasado, había salido tarde de la escuela, si no se daba prisa lo dejarían y tendría que volver a casa a pie, pero yo era egoísta, me valía un comino la combi, era la primera vez que haría eso y el era afortunado, le iba a dar una de las cosas más preciadas en el mundo. O bueno, de mi mundo al menos.

—No me voy a tardar —sujeté sus manos para que no se fuera, pero en seguida lo solté, pues mis manos sudaban por los nervios—. Es sorpresa, así que tienes que cerrar los ojos.

                     El chico cerro sus ojos, entonces me le acerqué un poco y miré sus labios, era ahora o nunca, el primer beso con un chico de esta loca escritora. Entonces, pude sentir su aliento, se había cepillado los dientes pues olía a menta, y sin rodeos, junté mis labios con los suyos, algo bruco y apresurado, no sabia como hacerlo, lo único que hice fue darle un beso sencillo pero poderoso, tierno e inocente, sin lengua, sin toques indecentes, con los ojos cerrados, con mis manos sudadas y mis labios agrietados. Fue la primera vez que sentí labios ajenos, la sensación: suave, tierna, mi corazón nuca había bombeado tanta sangre, mi estomago estaba infestado de mariposas, y cuando finalmente me alejé de él, pude ver que también estaba sonrojado. Después de eso, mi estupidez salió a flote finalmente y se despedí de el sin decir más, no sin antes, él pronunciara.

—¿No me quieres acompañar a la combi? —dijo antes de que saliera corriendo con mis piernas hechas plastilina. Tuve que cerrar con fuerza mi boca para no gritar que si con entusiasmo. Tomé su mano para darme cuenta de que también la tenia sudada, pero no me importo, lo acompañe a esa tonta combi con la sonrisa más tonta del mundo.

                 Bueno querido enamorado, tal vez no sea a mejor historia de amor, pero fue mi primer beso, algo rápido pero tierno, inolvidable de cierta manera, pero mío, un recuerdo que me llevare a la tumba me alegra que lo conozcas. Si honesta, siento que el primer beso es con la persona con la que pasar el resto de tu vida, pero por el momento, te dejo esa anécdota, si quieres, puedes dejarme la tuya.

Estaré al pendiente...

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