CAPITULO 4

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Dorian abrio la puerta de su mansión con gesto cansino, habia sido un arduo dia y apesar del tiempo que llevara viviendo de aquella forma, el nunca se acostumbraria a lidiar con los humanos, era cierto que alguna vez lo fue, pero ha pasado tanto tiempo de eso que prácticamente era solo una ilucion lejana.

Cerro tranquilamente la puerta a sus espaldas y se dirigió a la mesita del recibidor para dejar sus llaves y su portafolio, estaba hambriento así que decidió alimentarse antes de descansar un poco en su habitación.

Mientras se dirigía a la cocina comenzó a quitarse la corbata y el saco rápidamente. Una vez en la amplia y bien equipada cocina, boto sus ropas en una silla, despues se agacho para abrir el frigobar que se encontraba oculto en la parte baja de la barra.
Tomo una pequeña bolsa y un vaso de la alacena, tras rasgar con sus afiladas uñas el plástico, vaseo el contenido de aquella bolsa y metio el recipiente en el microondas.
Se recargo en el fregadero mientras esperaba su alimento.

Llevo una de sus manos a su cuello y comenzó a masajearse distraídamente, le parecia raro que Erain e Isam no estuvieran alli jodiendole como cada maldito año en esa fecha, de hecho no los habia visto en todo el día y eso era muy extraño tratándose de esos idiotas, seguramente estaban planeando algo, de eso estaba seguro, cada vez hacian mas estupideces para complicarle todo a el.

El pitido del microondas lo saco de sus pensamientos.
Paso una mano por su desordenado cabello negro y se dirigió a sacar su comida del aparato.

Llevo el vaso ahora tibio a su nariz y olfateo recatadamente, unos segundos después sus ojos negros comenzaron a cambiar, las pupilas se tiñeron completamente de un negro profundo, para cualquier humano pareceria que el no tenia exactamente ojos, si no mas bien poseia unos huecos negros y profundos, justo como un esqueleto al que solo le quedan huecos despues de que los ojos le son devorados por los gusanos.

Mientras olfateaba con deleite, unos largos y puntiagudos colmillos comenzaron a empujar en sus labios, y Dorian supo que estaba realmente hambriento esa noche.

Cinco minutos después salia de la cocina completamente saciado.
Comenzó a subir las escaleras que daban al segundo piso y a su habitación, pero al llegar arriba y dejar el ultimo de los escalones, el se detuvo repentinamente.

Todo su cuerpo se tensionó, las uñas de sus manos se alargaron y junto con sus dedos, tomaron forma de garras filosas,  los colmillos crecieron y sus ojos volvieron a ser dos simples huecos.
Lentamente comenzó a olfatear el aire a su alrededor, su olfato no era tan bueno como el de los lobos, pero seguia siendo muy superior al de los humanos, solto un gruñido bajo cuando noto el aroma desconocido que flotaba en el aire.

Humano, claramente era el aroma de un humano, y estaba en su casa, habia estado alli mucho antes de que el llegara. Al parecer el humano habia pasado mas tiempo en el segundo piso que abajo, por eso el no lo habia podido notar en cuanto llegó.

Un lobo lo habria notado incluso desde fuera de la mansión.

A pesar de la buena relacion que llevaban, Dorían odiaba ser mas debil que los lobos en algunas cuestiones.

Un pequeño sonido vino directamente de su habitación, el abrio sus canales auditivos, y pudo escuchar absolutamente todo en esa casa, desde la pequeña avispa que volaba en la cocina hasta los leves susurros que provocaban sus sabanas dentro de la habitación, tambien podia notar el buum buum del corazon humano.

El humano estaba asustado, el humano sabia que el estaba alli.

Dorían levanto una oscura ceja en señal de confusión hacia si mismo, la persona en su habitacion al parecer no intentaba escapar o esconderse, lo que significaba que estaba alli precisamente para que el lo descubriera.

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