La apariencia

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¿Te acuerdas cuando dije que esto iba a ser un completo desorden? Bueno, me refería a cosas como esta.

En la entrega anterior estuvimos hablando sobre la descripción física de nuestros personajes y ahora vamos a pasar a algo que, de seguro, debió haber ido antes. (Soy un desastre. Tenme paciencia).

Esta parte también será más corta porque no hay taaantas cosas que decir, pero, de todos modos, es un tópico que, en especial para ciertos géneros literarios (como el romance) es bastante importante: la apariencia.

Como habíamos dicho al final de la parte anterior y en los comentarios (léelos, hay aportes geniales allí), describir la apariencia de los personajes no siempre es necesario o siquiera relevante para una historia, pero me parece que, como escritores, deberíamos tener una buena idea de cómo lucen. Incluso aunque no vayamos a explicitarlo en la historia.

Es un aspecto del diseño de personajes que, además, ayuda a tener mayor claridad y a visualizar mejor lo que escribimos. (Además, es como, súper divertido porque puedes crear personajes que luzcan como a ti se te dé la regalada gana 👸🤴).

Y aquí quiero lanzar la pregunta del día: ¿cómo haces tú para elegir qué apariencia tendrá un personaje determinado?

Sé que hay muchos que van a pinterest o tumblr y miran fotos y basan sus personajes en modelos y actores o, incluso, ilustraciones y dibujos. Sé también que hay gente que basa a sus personajes en personas que conocen en la vida real. Otros los sacan directo de su imaginación.

En mi caso, a veces baso a los personajes en fotografías de pinterest, pero a la mayoría los saco de mi (desorganizada, caótica, confusa) mente.

En este proceso, hay una cosa que trato de tener en cuenta tanto como me es posible: la apariencia de los personajes en relación a su estilo de vida y personalidad.

Pasa un poquito por la lógica, en cuanto a lo primero.

Por lo general, si tu personaje es vegano, lo vas a hacer delgado y nunca va a usar bolsos de cuero o abrigos de piel. Del mismo modo, la mayoría de las veces, si escribes sobre un jugador de baloncesto, lo vas a hacer alto y con brazos largos y complexión atlética.

Claro que esto no es una regla inquebrantable y, hoy día, puedes tener un personaje que sea modelo y tenga una apariencia poco convencional que normalmente se consideraría fea (estoy pensando en Melanie Gaydos). Pero en general, es más sencillo lograr coherencia si el estilo de vida de un personaje se refleja en su apariencia.

Particularmente, es importante tener esto en cuenta con las heroínas femeninas: si la chica va a pelear con monstruos (o con quien sea, vamos), y va a ser capaz de ganarles a puñetazo limpio, debería tener una contextura física que se lo permita. Es decir, no ser un palillo de apariencia frágil solo porque así queda más mona.

Desde luego, puede comenzar siendo monísima y frágil y delgada como el tallo de una rosa (recuerda a Adolfina) y luego atravesar un duro entrenamiento en el que incremente su resistencia y agilidad.

Pero, por favor, permite que incremente también su masa muscular conforme se vuelve más fuerte. (Y, como nota aparte, haz que se alimente bien, la pobre, o podría desfallecer en pleno combate 😣).

Como ya decía antes, claro que puedes jugar con contrastes que rompan los estereotipos, pero hazlo de un modo que quede coherente en la trama.

De ejemplo pongamos a, no sé, un jugador de baloncesto bajito.

Me parece que es una idea interesante, porque es inesperado y creo que también novedoso (aunque no tengo mucha idea de baloncesto, así que podría estar equivocada). En fin, asegúrate de que el muchacho tenga ciertos problemas ocasionados por su estatura. Esto podría encararse con humor, como algo cómico, o con seriedad, como un obstáculo a superar. Y el chico tendría que esforzarse para compensar esta cuestión de no ser exactamente lo que la gente espera.

En síntesis: si la apariencia de tu personaje contradice a su estilo de vida, asegúrate de justificarlo bien. Y, de forma ideal, aprovéchalo a lo largo de la trama. Lo mejor sería que, si es un aspecto que no vas a utilizar y está allí por fines puramente estéticos, consideraras una apariencia más convencional.

Ahora, si pasamos a hablar sobre el aspecto físico en relación con la personalidad, aquí es un poco más complejo, porque depende, en esencia, del efecto que desees lograr.

Lo que casi siempre se recomienda es que la apariencia de los personajes combine con el carácter.

Entonces, tenemos características como «una boca dura que no estaba hecha para las sonrisas» o tal vez «ojos estrechos, azules y fríos» que dan la impresión de que no se trata de un personaje muy amigable.

Este es un principio muy utilizado por artistas e ilustradores para transmitir la personalidad de un personaje de forma visual. Y ya que escribir es como pintar con las palabras, es un recurso del que bien podemos valernos para que, luego, nuestras descripciones físicas sean poderosas y memorables.

Sin embargo, podemos tomar el camino contrario: insinuar a partir de la apariencia cierto tipo de personalidad y, al final, revelar otra muy distinta. Esto se relaciona con lo que mencionaba en la entrega anterior, sobre el pelado musculoso que cocinaba maravilloso y leía un montón: crea el factor sorpresa.

Cuando este componente inesperado se mezcla en la personalidad, podemos obtener uno de esos villanos que todos pensaban que era una buena persona porque «tenía arrugas de la risa alrededor de los ojos y su rostro siempre portaba una expresión afable». (Algo así como ese tipo que mató a alguien y luego en el noticiero salen los vecinos a decir que parecía bueno porque siempre saludaba).

De esta manera, algo tan sencillo  como la apariencia de un personaje puede servir a la trama de modos que, si se planean y ejecutan bien, volarán la mente del lector en el mejor de los modos.

Las palabras clave aquí son planificación y ejecución.

Por favor, no vayas ahora a decidir «¡Esa es una excelente idea!» y entonces ir a la novela que estás por terminar y, en un giro argumental inesperado, revelar que el villano en realidad fue siempre Rodolfito, el tipo que vendía helados en la esquina y le caía bien a todo el mundo porque era pelirrojo, con pecas y apariencia de no matar una mosca.

No.

Este tipo de cosas se deben planificar con cuidado y debes ir dejando pistas acerca de la ambigüedad del personaje en cuestión a lo largo de la historia para que, al final, el lector esté como: «¡Vaya! Ahora todo tiene sentido».

Tocaré a mayor profundidad este tipo de recursos más adelante, que sino me entusiasmo y aquí solo estábamos hablando de apariencia 😂

Espero que esta reflexión te haya dado algunas ideas o, al menos, te haya parecido interesante. Espero leer cualquier cosa que quieras compartir al respecto.

La próxima vez nos meteremos ya a aspectos más relacionados con la personalidad.

Por el momento, espero que te diviertas en esta etapa del diseño que, lo confieso, es una de mis favoritas.

Las posibilidades son infinitas, después de todo.

¡Nos leemos en la próxima entrega!

El arte de construir buenos personajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora