El arte de construir buenos personajes

La conexión entre el lector y los personajes (II)

Ya por fin estoy de vuelta con la segunda parte de este tema que dejamos suspendido la vez anterior. Esta es un poquito más corta, pero está igual de cargada de información.

Quiero aclarar que uno de los ejemplos que utilizaré en esta parte es de una de mis novelas, porque escribí esto de madrugada y ya no me daba el cerebro para pensar en un ejemplo nuevo en ese caso en particular, que era un poquito complejo. Desde ya, espero que esto no te resulte molesto.

Y ahora sí, paso ya a lo que nos atañe.

Recapitulando, en la parte anterior hablábamos de que, para que la conexión entre el lector y los personajes se dé, era importante representar los rasgos más prominentes de la personalidad de forma adecuada en el primer capítulo, utilizando la técnica del show don't tell. Hablábamos también de lo importante que es obtener feedback acerca de cómo son percibidos nuestros personajes en el primer capítulo. Espero que algunos de ustedes hayan realizado el ejercicio y que les haya servido ♥.

Y ahora a la información nueva:

Otro asunto que puede afectar la conexión de los lectores con el protagonista es cuando tienes un protagonista con una personalidad predominantemente negativa y no tenemos idea de por qué actúa de ese modo.

Por ejemplo, supongamos que tienes a Flaminio, que es inteligente y atractivo, pero es una horrible persona, trata mal a los demás y sus comentarios rayan en lo cruel. Y, bueno, siendo así, va por todo el primer capítulo actuando como un imbécil incluso hacia gente que ha sido amable con él. Es detestable. Pero ya hablamos de que puede haber perfecta conexión con un personaje detestable. Entonces, ¿por qué es un problema?

Porque para que haya conexión, primero tenemos que entender por qué el personaje negativo actúa de esa manera.

Esto no quiere decir que debas ponerte a explicarnos la triste y trágica historia de Flaminio en el primer capítulo: que en su anterior instituto le hacían bullying y le rompieron el corazón y su padre le pegaba y al cambiarse de escuela decidió que, para no volver a ser una víctima, se convertiría en una persona fría y cruel. Si te pones a explicar todo esto en el primer capítulo, matas todo el futuro interés, pero, de todos modos sí que debes dar al menos alguna suerte de indicio.

Al lector no le agradará Flaminio después de que le grite a esa chica que no saldría con ella ni en un millón de años porque es una maldita descerebrada y gorda, pero si introduces una escena en la que un chico de último año, más alto y musculoso y que encima es el mariscal de campo del equipo de fútbol americano, se cruza con él y lo hace sentir intimidado o nervioso, entonces estarás creando una pista de la razón por la que Flaminio es un hijo-de-su-madre y el lector tendrá ganas de saber más de él, de comprobar su hipótesis y de saber si Flaminio llega a aprender que no necesita ser un imbécil hacia los demás para defenderse.

Este indicio o pista sobre la razón del comportamiento negativo no necesita ser una escena completa, puede ser una simple línea. Pero no subestimes su poder: es una técnica muy buena para crear conexión con el lector, porque ayuda a que éste se pueda relacionar con el personaje y, tal vez, incluso se identifique un poco. (No olvides que hablábamos de esto en la entrega sobre las dimensiones, los buenos personajes bidimensionales tienen que lograr que el lector se inserte a sí mismo en ellos).

Otro factor que puede ayudarte a establecer la conexión entre el lector y tu protagonista es dejar claro qué es lo que el personaje quiere. 

Es difícil interesarse por un personaje que simplemente parece ir por la vida feliz y contento, sin buscar nada en realidad. Es como... todo está bien, ¿no? Entonces, ¿a mí que me importa su vida?

Sí. Somos algo sádicos. Queremos que haya problemas.

Por eso, para que un lector conecte, debe haber algo que el personaje quiera, añore o sueñe y, además, debe haber algo que le impida obtenerlo. Un obstáculo en medio del personaje y su meta que lo obligue a desarrollarse para alcanzarla.