Ahora,
desde mi cama,
observo el amanecer.
He visto tantos junto a ti.
Solíamos hablar
de sol a sombra,
día y noche.
En aquel momento,
mis ojeras eran más oscuras
de lo que cualquiera podría
imaginar.
Pero mi felicidad
era más grande
y más verdadera
de lo que cualquiera podria
imaginar
jamás.
Tú me hacía feliz.
Y me levantabas cada vez que me caía.
Y te lo agradezco tanto,
que no sé ni explicarlo.
Y es que tu recuerdo me inunda
a cada segundo
de todos mis días.
Y hoy,
que llevo en vela toda la noche,
tu recuerdo se intensifica.
Y me doy cuenta
de que aún
te quiero.
Y de que lo haré
hasta mi último día.
Porque no importará
con cuantos esté.
El primer amor,
ese primer amor verdadero,
ese no se olvida.
Y yo no te olvidaré.
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