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Kurosaki Ichigo

Mierda...
Mierda...
¡Mierda!

Acabo de cavar mi propia tumba. ¡Como se me ocurre quedarme viendo a la princesa! No digo que ella no sea linda, ¡pero ella es de la realeza!

- Te arrancaré los ojos- gruñia el general mientras me apuntaba con su arma.

Admito que el general causa miedo a primera vista, pero para entonces recuerdo los chismes de la calle y estoy mucho más tranquilo.

El general es menudo gilipollas...

- General, por favor, perdone la situación- decía mi padre- mi hijo no ha querido ofender a sus superiores de manera alguna- observe a mi padre, hermanas y amigos estar detenidos por unos guardias; estos los mantenían alejados de mi.

- ¡A callar!- sentenció el Rey, todos guardamos silencio ante su inminente aparición- aquí no se discutirán los hechos, todo sera frente a una corte y en el palacio.- comenzó a retirarse de vuelta al palacio.

Un guardia me tomo del brazo y me obligo a continuar junto a el.

- Les informaremos sobre el acuerdo de su majestad en cuanto haya finalizado el juicio- anunció el General- hasta entonces, ¡regresen a sus deberes!- la multitud se dispersaba y los que no, eran literalmente empujados hasta alejarlos completamente.

Entre ellos....mi familia...

Ahora estoy frente al trono del Rey, esperando que este se presente a la sala del trono y de, inicio al juicio.

En todo este tiempo, la princesa no ha quitado la vista de mi, y a pesar de no verla directamente, siento su inquietante mirada sobre mi ser. Lo que no entiendo es ¿por qué a un simple mercader como yo, atraería la atención de la princesa?

Como una sentencia mínima, considero que podría ser el pasar un tiempo en prisión o ser trabajador en algún lugar mugriento, ¿cargos mayores? castigo en la plaza pública, implicaría azotes, o la muerte.

Sudaba frío, si es así como se le podría llamar a lo que estaba sintiendo en estos momentos.

El General me observaba desde el lado del Trono, con su sonrisa de superioridad, yo, solo quería estamparle mi puño en su cara de niño presumido.

Ganas me sobraban...

- Su atención por favor- todos volteamos nuestras miradas al fondo del pasillo donde se ubicaban dos grandes puertas y el sacerdote hablaba- sus respetos y reverencias al Rey- solicitó para luego darle pasó al Rey.

Este, mantenía una actitud y postura recta, su largo cabello, caía por su vestimenta, sujetado en alguna parte por un sujetador que convine con el color, su vestidura, blanca con toques negros y la corona dorada que portaba era indicio de un alto rango.

Todos se inclinaban presentando sus respetos mientras que yo me encontraba atado de manos, y de pie junto al pasillo central.

El rey ocupo su puesto en el trono y a sus lados, se encontraban el sacerdote y el general, claro esta que no podía faltar la princesa.

- Escucharé los cargos impuestos a este mercader, luego, tomaremos la descición que decidira su destino- anunció su majestad.

No falto que el gilipollas hablara primero...

- Mi Rey, este mercader- me señalo dramáticamente, por lo cual mi reacción fue girar los ojos- se aprovecho de la situación causada para acercarse y tomar a la princesa- toda la corte del lugar comenzó a murmurar.

¡Descarado, mentiroso, estúpido, y gilipollas!

- ¡Eso no es...- fui callado por un golpe en el abdomen, ¿como olvidé el guardia a mi lado?

- Bien- el Rey me observo con mirada dura y firme- dejaremos que ahora hable el acusado, escuchemos lo que tiene que decir.- me concedió la palabqu con un ademán de mano.

- Su majestad, nunca le he faltado al respeto a su real autoridad, en todos los ámbitos- comencé, todos me veían y escuchaban atentamente- en el momento del incidente, yo me encontraba llegando junto a mi familia y amigos para rendirle respeto. Ocurrido el caos, fui empujado por la multitud, quedando justamente en la posición en la cual me encontraba, quedé por mera coincidencia atrás de la princesa al momento de su caída- hablaba con la verdad, solo esperaba que me creyeran- no era mi intención causar algún mal o daño a su alteza, todo fue un accidente- finalize.

Nuevamente la sala del trono se lleno de murmullos y bullicio, ahora, tocaría la parte difícil, la desición del Rey.    

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Se despide; Steven ✌😉❤

 

El prisionero y la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora