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Ichigo

      Me percate enseguida que la tal Matsumoto no conocía el estatus entre la princesa y yo, y eso en cierto modo me aliviaba.

Pero eso no evitaba la gran tensión que habia entre la princesa y yo. De vez en cuando nos atrapabamos observandonos uno al otro, provocando leves cambios de color en nuestros rostros.

No pasó mucho tiempo cuando llegamos al gran espacio en donde se ubicaba la enorme fuente con sus canales de agua y lirios flotantes. Era en verdad una verdadera obra de arte.

- Fue idea de mi madre...- oí decir a la princesa, volteé mi rostro donde ella y seguí escuchando- ella admiraba entornos como este y decidió crear el suyo, pero como suele pasar no se lo permitieron...- había algo en su hablar- no fue hasta que sucedió el accidente que lo construyeron para que ella tuviese alguna esperanza y felicidad.

La observé en silencio, comprendo que no debe ser fácil pertenecer a este tipo de ambiente real, todos los deberes, las normas, la firmeza que se exige para cumplir cada acto de nobles.

Sus ojos entraron en contacto con los míos y debo decir que fue el mejor momento de mi vida, sentía que por alguna razón, este tiempo fue para crear algo íntimo entre nosotros. A pesar de tener a una de las damas junto a nosotros, nos sentíamos solos, solo nosotros dos.

Tome su mano y ella no se negó- lo siento...- no se realmente el porque pedía perdón, pero sentía que era necesario.

Puedo decir que nuevamente el tiempo conspiro a nuestro favor, apreciamos el momento que teníamos en nuestras manos, nuestros rostros adquirió ese leve color rosa por la cercanía de nuestros rostros.

Estábamos tan cerca...

- Oh, por los dioses...- nos separamos inmediatamente y observamos atónitos a Matsumoto, quien no se veía por las cercanías.

- ¡Las rosas negras florecieron!- chilló desde el otro lado de un mural de arbustos- ¡princesa, venga a ver!- volvió a gritar.

Ambos dejamos salir todo el aire que habíamos retenido a causa de la impresión de que nos descubieran, volvimos a mirarnos y reímos.

- Ella es única- dijo la princesa para ir tras el llamado de Matsumoto, tras notar que no la seguía se detuvo y regreso en sus pasos para tomar mi mano- no te quedes ahí parado, ven.

Mis mejillas volvieron a estallar en ese color carmesí- no deberíamos estar haciendo esto, si alguien nos viera, me preocupa su reputación princesa....- dije mientras era halado por su pequeña figura.

Ella se detuvo en seco, lo que provoca que casi impacte contrazón ella.

-Aveces... la vida se trata de afrontar desafíos, y estoy confiada en que acabo de encontrar mi riesgo- sus palabras expresaban coraje, y su sonrisa me transmitía calma y fuerza.

Solo bastó ese gesto para entender lo que sería mi vida de ahora en adelante.

- Entonces... tomemoslo juntos.- sonreí al igual que ella.

Estoy seguro que el destino a partir de ahora nos planeara muchas cosas interesantes, solo debemos aguardar a que sea el momento de afrontarlas.

- Por cierto... mi nombre es, Rukia Kuchiki.

- El mio Ichigo Kurosaki, mucho gusto.

Y creo qué acabo de encontrar la fuerza para sobreponer todo lo que se interponga en mi camino.



Pero, lo que ambos jóvenes no sabían, es que desde una de las ventanas del palacio, una figura les observaba, una sonrisa se ensanchaba por todo su rostro, el quería algo y tenlo por seguro qué haría todo por conseguirlo...

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2019 ⏰

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El prisionero y la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora