Uno

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Yo no conocí a Gerard en la escuela ni en algún parque o algo así. Lo conocí porque hacía un año y seis meses, su madre y mi padre coincidieron en el trabajo, salieron durante un año y después de cuatro meses decidieron casarse. No querían algo grande pero igual ya habían prolongado muchísimo la boda, aunque, bueno, qué sé yo y de cuánto deba tardar la planeación de una boda.

Cuando lo conocí yo estaba dentro del auto de mi padre en el asiento del copiloto, él había bajado a por el par y entró a la casa dejándome fuera esperándolos, fueron alrededor de treinta minutos en los que estuve en completo silencio, viendo a los niños pasar y jugar por las aceras hasta que por fin el trío decidió salir.

Marck iba tomando la mano de Lidia, y a un lado de ellos quizá con tres o cuatro pasos de distancia detrás, caminaba un chico de apariencia deprimente. Tenía el cabello largo y cubría gran parte de su cara, algún mechón se atrapaba detrás de sus orejas; las ojeras que tenía eran casi tan oscuras como su ropa rasgada. Era más alto que su madre, pero no más que mi padre.

Cuando llegaron a las puertas me senté mejor esperando a irnos en cualquier momento pero mi padre se quedó mirándome un rato e hizo señas con los ojos las cuales entendí de inmediato y con molestia, obedecí. Lidia se sentó en mi antiguo asiento y abrí la puerta trasera, entré y después de mí el chico del que en ese momento no sabía su nombre y él cerró la puerta.

Estábamos hombro con hombro, podía sentir lo tenso que estaba, y luego lo vi jugar nervioso con sus manos durante todo el trayecto hasta mi casa. No lo entendía en realidad pero lo tomé como una señal para no acercarme a él más de lo necesario.

Fueron unos cuarenta y cinco minutos más cuando ya estábamos frente a mi casa, Marck se estacionó en la cochera y luego todos salimos, yo fui quien abrió la puerta de la casa con mis propias llaves y también fui el primero en pasar.

Trotando llegué hasta el borde de las escaleras y subí un par de escalones pero la voz gruesa de mi padre quien terminaba de cerrar la puerta me detuvo al instante.

―¿A dónde crees que vas tú? ―dijo y en su mirada pude distinguir desaprobación, quizá porque era la primera vez que socializaba con su futura esposa y yo tenía una actitud del asco. No lo culpaba, pero tampoco cedía.

―A mi habitación, ¿qué no puedo estar ahí? ―hable con un tono tan flojo e irritante que hasta yo mismo quedé con un mal sabor de boca.

―Oh, claro que puedes ―dijo y fingió una sonrisa hacia mí, pero luego la que le dedicó al chico emo, fue completamente sincera. ―Gerard, deberías subir con él.

―¿¡A MI HABITACIÓN!?

―Pues claro, ¿a dónde más? Ambos son chicos... se entenderán bien.

Mi padre me guiñó el ojo y comenzó, según mi parecer, a burlarse de mí.

Lidia y Marck caminaron por el pasillo que daba a la cocina y el tal Gerard caminó hasta el borde de las escaleras, yo, nuevamente troté algunos escalones y ya estaba a la mitad del total de estos pero él no había avanzado ni uno.

―¿Qué no vas a venir? ―fui grosero, pero no me importó pues era su culpa por no haberse negado, por haber llegado a frustrar mi tarde.

Asintió nervioso y mordió su labio inferior, subió tan rápido como pudo para ir al par conmigo pues yo había aumentado mis propios pasos y una vez que subimos completamente lo "guie" para llegar a las puertas de mi cuarto. Abrí la puerta, en realidad no había alguna cosa especial, incluso a mí me sorprendía ver una recámara de adolescente tan aburrida; de un lado y pegada a la pared gris estaba mi cama, del otro y de misma forma mi closet, una ventana que marcaba la mitad proporcionada de la habitación que estaba de frente con la puerta recién abierta, y de bajo de la misma ventana mi escritorio con un computador y libros.

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⏰ Última actualización: May 26, 2023 ⏰

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𝐷𝑟𝑜𝑤𝑛𝑖𝑛𝑔 𝐿𝑒𝑠𝑠𝑜𝑛𝑠 (𝐹𝑟𝑒𝑟𝑎𝑟𝑑) HIATUS INDEFINIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora